Voy de mal en peor, llevo dos días con la cabeza llena de pájaros revoloteando, llena de palabras, dulces y saladas, palabras redondas y puntiagudas, palabras sordas y necias, juntas, de la mano. palabras picantes o malsonantes, brillantes, opacas. parcas, palabras más altas que otras Y encima lo comento a los cuatro vientos, que digo yo que cuatro me suena a poco... en mi caso, debo decir las cosas a los cien vientos, pura discreción, bueno que lo repito mucho con las personas que me voy encontrado por los caminos... Llevo dos días con algo genial en la cabeza, a ver cuando me siento y lo escribo... Eso, a ver, dicen las malas lenguas o las buenas nuse... Y ya he conseguido sentarme, pero ya tarde y mal, tarde porque es tarde, la verdad, y tarde porque ya no recuerdo nada de mis geniales genialidades, pero aprovechando que estoy aquí sentadita no lo dejaré aquí, a ver que sale. Porque material para escribir me sobra, de eso no hay duda, de hecho eso es lo que me priva a escribir un relato largo, coherente y concreto. Claro tengo tanto que elegir que no se por dónde empezar... Tengo una idea!!!! Como la última vez que os pedí que entrarais en un sorteo y fué todo un éxito, Todos absolutamente, todos ignorasteis mi propuesta, no hubo ningún absentismo! Fue un éxito total! Pues eso, yo insisto a ver si cuela. Esta vez me teneis que ayudar a decidirme por un relato:
-Erótico festivo (o el internauta Grey)
- Histórico festivo
- Histórico deprimente o
- Histórico Político (que en realidad estos dos grupos podríamos hacerlo en uno)
- Problemas familiares ("dóndelecheshaspuestolasservilletasdepapel")
- Superación personal
- Transgresor
- Milagros y causalidades
Bueno creo q ya tenemos suficientes para votar que sinó con la excusa de que hay muchos no votais ninguno. Y yo aprovecharé y me echaré a la bartola en vez de hacer lo que me toca.
Bona niiiit
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jueves, 18 de septiembre de 2014
miércoles, 3 de septiembre de 2014
Formentera Mon Amour
Sorprendentemente no solo he llegado a tiempo, sinó que estoy aburrida de esperar... No he tenido esta experiencia en la vida... Estoy esperando.... No es genial? Creo que al no estar acostumbrada me he despistado tanto que ha empezado a llegar la gente y se ha creado una cola infinita y yo aquí sentadita en el banco, decidiendo si la que estaba haciendo el tonto era yo o la gente que estaba de pie, al fin y al cabo iban al mismo sitio y había sitio para todos, digo yo, nuse. En los aeropuertos es más ridículo todavía, ver las colas enormes de gente que tiene la garantia de tener su asiento numerado, que nadie te lo va a quitar, hombre! Y por si eso fuera poco ridículo aún, ves gente (joven claro) que lleva unos mochilones, qué parece que lleven un muerto y por miedo a que haya algún desaprensivo al que le apetezca salir corriendo (si puede) con el muerto, pos ahí están, aguantando una tonelada de ropa que no se van a poner, pero si que la van a sufrir, si, y haciendo una cola inútil para llegar el primero a su asiento?.
Bueno tanto enrollarme y no he dicho para que esperaba aburrida. Para ir a lo que iba a ser mi viaje. El Viaje.
FORMENTERA
Un domingo de Agosto
Ses Illetes
Escribo con los dedos de mis pies palabras en arena, las que el mar con su interminable candor se llevara ... desasosiego, desamor, miedo, ansiedad,
Miro mis sueños de reojo para que no se despierten. En mis sueños hay guerras donde explotan las risas de los niños y los no tan niños, y se desploman las barreras y los límites, donde la pólvora está para que existan nubes de colores pastel, y en esas guerras, las de mis sueños, los soldados cuando tienen hambre te comen a besos.
Otra vez aquí, caminando sola con mi desnudez, tan desnuda que se me intuye el alma que a su vez se me derrama en el agua cristalina, salada, transparente y pura, aunque me cubrieran cien mantos seguiría desnuda. Como siento la brisa, como siento este momento tan puro, tan cristalino, tan transparente. Aquí todo es armonía, pura armonía, las piedras en su quietud, parecen troncos, troncos que parecen piedras, todos somos uno. Una piedra le da las gracias a Formentera, y yo, pues claro y yo.
Fundida ando, llena de magia, mi cuerpo desciende para fundirse en las piedras calientes. Me fundo en este mágico lugar, junto con las piedras , junto con la madera dispersa a doquier, junto al azul, me fundo con el agua cristalina y mis lágrimas se funden con el mar, todos somos uno, mis lágrimas, el mar, mi cuerpo desnudo, el olor de la madera húmeda y salada, olor a madera fundida en mar.
Mis emociones amontonadas se equilibran de forma inexplicable como las apachetas que dejan los viajeros pidiendo y agradeciendo a la Pachamama (Madre Tierra) colocando una piedra sobre la otra.
Cuánta magia hay aquí, se respira una profunda paz, y un amor tan profundo y tan infinito.... Cuantos corazones de una generosidad desbordante como su creatividad, han pasado por aquí para dejar su inestimable huella y mis emociones se siguen amontonando y aguantandose milagrosamente por un hilo invisible como las piedras que me rodean danzando junto al mar. Rozo algunas piedras con dulzura, para que permanezca todo intacto, todo quietud, todo nada.
Gracias, gracias, gracias
Bueno tanto enrollarme y no he dicho para que esperaba aburrida. Para ir a lo que iba a ser mi viaje. El Viaje.
FORMENTERA
Un domingo de Agosto
Ses Illetes
Escribo con los dedos de mis pies palabras en arena, las que el mar con su interminable candor se llevara ... desasosiego, desamor, miedo, ansiedad,
Otra vez aquí, caminando sola con mi desnudez, tan desnuda que se me intuye el alma que a su vez se me derrama en el agua cristalina, salada, transparente y pura, aunque me cubrieran cien mantos seguiría desnuda. Como siento la brisa, como siento este momento tan puro, tan cristalino, tan transparente. Aquí todo es armonía, pura armonía, las piedras en su quietud, parecen troncos, troncos que parecen piedras, todos somos uno. Una piedra le da las gracias a Formentera, y yo, pues claro y yo.
Fundida ando, llena de magia, mi cuerpo desciende para fundirse en las piedras calientes. Me fundo en este mágico lugar, junto con las piedras , junto con la madera dispersa a doquier, junto al azul, me fundo con el agua cristalina y mis lágrimas se funden con el mar, todos somos uno, mis lágrimas, el mar, mi cuerpo desnudo, el olor de la madera húmeda y salada, olor a madera fundida en mar.
Mis emociones amontonadas se equilibran de forma inexplicable como las apachetas que dejan los viajeros pidiendo y agradeciendo a la Pachamama (Madre Tierra) colocando una piedra sobre la otra.
Cuánta magia hay aquí, se respira una profunda paz, y un amor tan profundo y tan infinito.... Cuantos corazones de una generosidad desbordante como su creatividad, han pasado por aquí para dejar su inestimable huella y mis emociones se siguen amontonando y aguantandose milagrosamente por un hilo invisible como las piedras que me rodean danzando junto al mar. Rozo algunas piedras con dulzura, para que permanezca todo intacto, todo quietud, todo nada.
Gracias, gracias, gracias
Momentos (ochenteros)
Cómo le gustaba
ese chico!! Siempre encontraba una excusa para pasar por el bar de su padre y
así comprobar si él estaba por allí.
Le gustaba tanto
que se lo montó para acabar detrás de la barra trabajando por amor al arte, solo
por estar cerca de él, solo por ver su sonrisa aparecer por la puerta, solo por
ver sus ojos tristones y rasgados flotando en su mirada. Nunca se atrevió a
decirle que le gustaba, pero su padre lo sabía, lo supo siempre, lo supo porque
en cuanto su hijo entraba por la puerta del bar ella era otra, se clavaba la
punta de cualquier mesa en la ingle, resbalaba tontamente, y llegó en más de una
ocasión a caerse de bruces sobre algún que otro cliente, era capaz de confundir
unas sardinas con escabeche con un café con leche, cuantos vinos derramados en
camisas floreadas … y era continuo, constante, diario, siempre que su hijo
aparecía, ella se convertía en un pato borracho y volvía a ser la enérgica,
simpática y eficiente mujercita en cuanto que G. júnior se marchaba. Y como
historia de muchas otras historias, su padre se dio cuenta pero él no.
Seguramente porque G. nunca pudo verla en su estado natural, siempre se topó
con un ánade con borrachera eterna, y siempre la vio como una niña graciosa,
nunca como una posible mujer con la que pasar una noche de desenfreno o con la
que pasar una velada agradable a la luz de las velas.
Una noche al
llegar a casa más tarde de lo habitual, se encontró a su madre sentada en
las escaleras y supo que algo no iba bien. Estaba llorando pero su mirada
estaba llena de rabia, de dolor, no de tristeza, y entonces supo que iba a
pagar por los platos que alguien había roto, quizás los había roto ella misma,
sinó en esta vida en cualquier otra.
- Tu padre está
enfermo y tu te pasas el día en la calle, a saber haciendo qué! Ya ni siquiera
eres virgen, y solo tienes 15 años!!!, En qué te quieres convertir, en una
puta? Que sepas que tu padre tiene cáncer y seguramente se morirá pronto
mientras tú haces la puta por ahí!!
Mientras su
madre le gritaba ella se percató de que su madre tenía algo en las manos que le
resultaba familiar, era su diario, y de repente quiso morirse y de repente
entendió toda su rabia, todo su dolor y todo el desprecio que sentía por ella
en ese momento, pero estaba invadida por tanta ansiedad que la situación la
desbordó, pasó por al lado de su madre sin mediar palabra y se encerró en su habitación
sin saber cuantas horas estuvo llorando
hasta que se quedó dormida.
Al día siguiente no se atrevía a salir de la habitación, no sabía como enfrentarse a su
madre, a la enfermedad de su padre ni a si misma. Como explicarle a su madre
que la vida le asusta, que el mundo le asusta, que lo que ocurrió en aquel
banco de aquel local abandonado, fue su propio abandono, no luchó porque no
quería salvarse, simplemente dejó que ocurriera para sentir la desgracia más
dentro que fuera, se abrazó al miedo, sin dejar que este le persiguiera, se
abrazó a los peores acontecimientos mirándolos a la cara para que nadie la
llamara cobarde, como explicarle que no sabe quien es, y lo que es peor, no
tiene ni idea de quien quiere ser.
Al salir de su
habitación el corazón se le aceleró, tenía un miedo atroz, no quería
encontrarse con ella, no quería ver sus ojeras que serían un espejo de las
suyas, que serían una muestra de las lágrimas nocturnas derramadas por ambas.
Oyó ruido en la habitación contigua, y aprovechó para bajar corriendo las
escaleras, coger la chaqueta y huir. Huir de su madre, de la enfermedad de su
padre y sobre todo huir de si misma. Y sus piernas corrían sabiendo donde
acabarían y sus ojos se abrían y cerraban sin necesidad de ver lo ya visto, y llegó
al bar y lloró y el padre de G. la abrazó, y suavemente le explicó que hay
hombres que mueren jóvenes, que hay enfermedades que no entienden de raza, ni condición y que debía estar preparada para
lo peor. En ese momento entró su hijo, pero el pato que vivía en su interior no
se dejó ver en esta ocasión y el padre de G. quiso celebrarlo y le pidió a G.
júnior que llevara a S. a jugar a los bolos el sábado y S. sonrió todavía con
lágrimas en los ojos cuando G. padre le guiñó un ojo.
Aquel día de
repente se le antojó suave, dulce y llevadero, su subconsciente poco amigo de
profundizar en las tristezas de la vida decidió olvidar por el momento la
realidad y S. no volvió a casa en todo el día comió en el bar, con los dos
hombres que últimamente llenaban su corazón, uno sustituía la sabiduría y el
cariño de su propio padre, el otro le regalaba ilusiones lascivas, imágenes que
utilizaba noche tras noche al llegar a su cuarto. Y pasó el resto del día
enajenada frente al pinball, poniéndose una partida y otra y otra, concentrada
en cualquier cosa que no era el pinball cuando sintió en la nuca cierta mezcla
de calor húmedo acompañado de una respiración acelerada, y sintió también
sendas caricias celestiales a la altura de su cintura y sintió también un sudor
frío y cierta sensación de desestabilidad, creía que iba a desmayarse, pero en
lugar de eso giró sobre si misma para encontrarse frente a frente, cadera con
cadera, aliento con aliento con el chico que nunca la veía, con el chico que la
transformaba en una grúa transportadora que se movía en un espacio muy
limitado.
- Creo que has
perdido la bola. Le dijo G. en un tono excesivamente suave.
Y la cabeza, y
el sentido común y la cordura, pensó ella, pero contestó con un simple
-
Eso parece.
-
Yo te enseñaré a ganar una partida, date la vuelta.
Tenía los
cinco sentidos desorbitados, notaba el cuerpo de G. junior pegado a su espalda,
la rodeaba con sus brazos y sus manos se apoyaron sobre las de ella, estaba
descaradamente sofocada y no lograba concentrarse en el juego, si en el juego
de caderas de G. que cada vez que la bola intentaba colarse él la envestía
bruscamente con el pubis. Y ella estaba encantada de la vida, mirando fijamente
la bola como si de su mirada dependiera que aquella partida durara eternamente.
Pero se colaron las tres bolas y no supo como retener aquel momento, se quedó
paralizada sabiendo que aquello llegaba a su fin, y notó la distancia, y no
notó nada, porque ya se había ido hacia la barra. Había llegado el momento de
volver a casa, de volver a la realidad. Se despidió con poco ruido y sin nueces
y de camino a casa no se cansó de recrear una y otra vez el momento en que
G. se adosó a ella, se fundió abriendo
los poros de toda su piel absorbiendo así todo lo absorbible.
Al torcer la
esquina llegando a su calle vio a lo lejos unas luces intermitentes y su
euforia se transformó en ansiedad al ver la ambulancia en la puerta de su casa,
corrió para volver a su realidad, cruda y áspera.
martes, 2 de septiembre de 2014
EL RECIBO DEL AGUA
Me encantan los días que cómo hoy me he levantado sabiendo que me iba a sentar a escribir, pero me he sentado y todo se esfuma entre mis dedos neuronales y caprichosos. Como el teclado del ordenador que hoy ha decidido que no tuviera ratón.... hay días y días.
Hay días que me levanto con cientos de pensamientos en la cabeza a cual más inspirador, y luego me siento y nada... Hay dias que me levanto sin nada y es sentarme y lleno páginas y páginas sin parar.
Tengo días de todos los colores. Hay días que me siento frente al mar pero también los hay que me siento de espaldas, y según me siento, me siento ....
Hay días sin color, otros que los colores básicos llenan mi realidad, los blancos son muy blancos y los negros mu negros, pero otros amanezco con el alma irisada que hasta los grises son tornasolados, esos son los que más me gustan, esos días no necesito estar en Venezuela, ni en el Amazonas para ver las cien tonalidades del verde, porque esos días siento los colores y los mezclo infinitamente por dentro....
Total que hoy como ya hace varios días, toca sacar los relatos del baúl de los recuerdos, y creo que este también es el 2003.
EL RECIBO DEL AGUA
EL RECIBO DEL AGUA
Odio las
colas, supongo que como le ocurre al resto de los mortales, pero odio
especialmente las colas como la de hoy. Primero porque ya vengo bastante
cabreada de antemano por lo de la dichosa cartita, sí, esa que te mandan con
todo tipo de amenazas, que en resumen te notifican claramente que o pagas o te
cortan el agua. No me importaría tanto si al menos hubiera recibido la factura
y hubiera decidido voluntariamente retrasar un poquito el pago de la susodicha
(cosa que debo confesar he hecho infinidad de veces). Pero esta vez no ha sido
voluntario, tenía intención de ser buenísima y pagarlo todo al momento, pero no
he tenido oportunidad, y he recibido directamente el aviso y tarde por el
problema de Correos que siempre tiene fechas significativas como excusa para
perder tu correspondencia en el momento menos oportuno o retrasarla porque es
Navidad y, ya se sabe, las postales navideñas, o es época de vacaciones, y ya
se sabe, las postalitas a los familiares y amigos para matarlos de envidia, o
son elecciones y ya se sabe... En fin, que como “ya se sabe” para que vamos a
pelearnos.
Para colmo no
me acosté por miedo a dormirme y no llegar a tiempo a las oficinas de tan digna
administración y acabar pidiéndole a la vecina que me deje hacer mis
necesidades en su casa, y ya de paso dejarle mi colada y mis platos para que
los friegue (ya puestos hay que echarle morro). Tengo que aclarar que aunque no
soy la reina del equilibrio y la sensatez tampoco estoy loca ni soy una
esquizofrénica sin despertador, simplemente trabajo de noche en un bar musical
y suelo acostarme a las 7 de la mañana,
lo cual hace muy improbable que me levante antes del mediodía y si tenemos en
cuenta lo dormilona que soy, seguramente me hubiera despertado, como siempre,
con la clase de aeróbic de las 6 de la tarde del gimnasio de abajo.
Pero, por supuesto, aún hay más, por
vigésimo año consecutivo el barrio entero está boca arriba porque la manía
persecutoria de todos los alcaldes de éste mi estupendo pueblo es hacer obras y
más obras, como si en vez de alcaldes fueran artistas frustrados. Como narices
piensan que vamos a sobrevivir en un pueblo de asfalto, sin asfalto. Mi coche
no es precisamente un 4X4, más bien tiene una tiradilla a motocicleta de cuatro
ruedas recubierta de carrocería, he dado veintidós vueltas rodeando la plaza
del repartidor intentando aparcar (ingenua, ingenua, ingenua) y finalmente en
un estado totalmente demencial y tarareando la canción de Celia Cruz “A lo
loco” me he metido contra dirección en la calle donde se halla la oficina del
infierno inundado, y lo he dejado en medio de la calle, total, la calle está totalmente intransitable.
Al entrar me
ha dado un no se qué al ver tanta cola, le he preguntado al barrigón con
halitosis (no sabía lo de la halitosis hasta que le he preguntado, si no, le
hubiera preguntado a cualquier otro, está claro) si era el último para pagar y
me ha dado una alegría (y un mareo) cuando me ha dicho – No mujé, pa pagá e eza ventardilla qui no hay naide.
Esto no puede
ser verdad, no me puede estar pasando a mi, la master de las leyes de Murphy,
La ventanilla está vacía, cierto, demasiado vacía diría yo. Y ¿SE PUEDE SABER DONDE ESTÁ EL SEÑOR O
SEÑORITA QUE SE SUPONE DEBE ESTAR DETRÁS DE LA DICHOSA VENTARDILLAAAA??
Según mis averiguaciones descubro que está desayunando pero que no me preocupe,
ya no puede tardar mucho porque ya hace casi 30 minutos que salió. Todo me
empieza a dar vueltas. El hombre no aparece. Los primeros diez minutos no están
mal del todo, me dedico a analizar la España profunda que me rodea y tengo
hasta un espasmo muscular. El primero de la cola es realmente sorprendente, no
le quedan más que tres dientes, y no cuenta más de treinta años aunque su edad
es incalculable por lo castigado de su rostro, no debe llegar ni a los cuarenta
kilos de los cuales veinte deben ser de caballo y los otros tantos
repartiditos, cinco kilitos de dolor, otros cinco de resignación, unos cuantos
de amnesia y nulidad y el resto de ropa y piedras para no salir volando, porque
hoy hace un viento que no te susurra, más bien intenta arrancarte las orejas (y
las mías con lo despegaditas que están).
Detrás hay un coreano o chino (nunca
puedo distinguirlos, lo cual dice mucho de mi persona soy tan antixenofóbica
que no puedo ni hacer distinción de razas), está un poco nervioso, a lo mejor
trabaja en un resturán (chino, claro) y llega tarde para preparar los rollitos
de primavera, o quizás le pone nervioso el “Tres dientes” por aquello de que se
gire y le pida todos los dinelos que lleve en la caltela. En los bancos de la
pared hay sentadas lo que supongo son madre e hija. La madre histérica cambia
todos los artículos de un bolso nuevo a otro más nuevo todavía frente a la cara
incrédula y avergonzada de su hija que no para de repiquetear con sus dientes
de hierro. – Mamá quiedes haced el favod
de dadte pdriza, qué te dez pdrisa, joé! No podiaz ezperad ha llegad a caza
pada eztdrenadlo? A mi izquierda ha quedado el barrigón con halitosis que
por si no fuera suficiente lo de su problemilla, no tiene ningún reparo en hurgarse
la nariz en busca de nuevos tesoros que lanzar al techo para no dejarse hundir
por el tedio de la curiosa cola. Y no podía faltar a mi derecha el ancianete
con Parkinson, de cuya enfermedad empiezo a dudar al quinto manotazo que se le
escapa a mi fofa nalga, la verdad es que es una situación embarazosa, su mujer
está al otro lado del “Parkin” y la verdad realmente no se si montar un pollo,
porqué ¡Vergüenza tendría que darle con su mujer al lado! O simplemente
entender que el hombre realmente no puede evitarlo. Tengo serias dudas, si me
aparto para huir del radio de acción de su descontrolado miembro (su brazo,
entendámonos) entonces quedaré peligrosamente adosada al señor “Halitosis” a
moco tendido (porque mocos ya ha tendido unos cuantos). Dios! y el hombre
ventanilla sin aparecer.
Finalmente he
decidido sentarme al lado de la madre y su retoño a pesar de que puede que me
arriesgue a quedarme profundamente dormida con el rechinar continuo de sus
hierritos dentales.
Entra una
señora muy aquejada de varices con una botella de coca-cola de las que ya no se
fabrican, de esas de litro de cristal y sin decir ni buenos días se lía a
botellazos con “Halitosis”. Esto promete. La mujer de “Parkin”, debido al susto
deja un charco en el suelo con el que resbala Chu-Lin al intentar dirigirse al
rescate del barrigón atacado. Si sabía artes marciales no va a practicarlas
durante una temporadita, porque la caída ha sido espectacular, y la posición en
la que ha quedado no se atrevería a pintarlo ni Picasso en sus mejores tiempos.
Tres dientes aprovecha la confusión para salir corriendo con el bolso de la madre
que está sentada cerca de mi (y yo preocupada pensando que me iba a quedar
frita). La mujer grita, como no, -¡AL
LADRÓN!, y su hija le repiquetea con su cara avergonzada
e incrédula – Mamá quiedes haced el
favod, pedo zi ez el bolzo viejo que eztá vacío, qué máz te da?. Al levantarse la niña uno se da cuenta de
que no es tan niña, lleva bambas con plataforma y va vestida tipo
garrula-moderna, y con el ombliguito al aire y “Parki” ya no controla ninguno
de sus miembros (y digo bien, ninguno). Tres dientes el más desgraciado de los
hombres, se da de bruces en la puerta con un hombre bajito con unos mofletes
rojísimos, por un momento pensé que los tenía rojos del susto o quizás de la
caída o de la vergüenza de encontrarse de pronto tan ridículo tirado en el
suelo, pero no amigos míos, sus mofletes están rojos porque es el hombre
ventanilla, y dado el tiempo transcurrido desde que salió a desayunar deduzco
que ha tenido que zamparse unos cuantos bollos y a saber cuantas botellas de
vino. Tres dientes desde luego no es un tipo con suerte, sale corriendo con el
bolso equivocado y se topa con el hombre ventanilla, aunque no le impide de
todos modos darse a la fuga, seguido por madre y niña, “Halitosis” y Variz
asesina y por último “Parkin” e Incontinencia. El que no se ha movido un ápice
es Chu-lin que el pobre no ha dicho ni Agrrrrrrr (claro que con tantas erres es
normal que haya preferido no quejarse). Yo no se qué hacer, aunque no me voy a
ir dejando al pobre chino coreano ahí tirado. Todos los empleados de la oficina
han salido de sus escondiditos despachos, están petrificados. Les pego un grito
que ni me reconozco – QUERÉIS LLAMAR A UNA AMBULANCIA SO
INÚTILES!!! QUÉ NO VEIS QUE EL POBRE HOMBRE ESTÁ DESCUAJARINGAO?!!
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