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jueves, 18 de septiembre de 2014

Podemos

Voy de mal en peor, llevo dos días con la cabeza llena de pájaros revoloteando, llena de palabras, dulces y saladas, palabras redondas y puntiagudas, palabras sordas y necias, juntas, de la mano. palabras picantes o malsonantes, brillantes, opacas. parcas, palabras más altas que otras Y encima lo comento a los cuatro vientos, que digo yo que cuatro me suena a poco... en mi caso, debo decir las cosas a los cien vientos, pura discreción, bueno que lo repito mucho con las personas que me voy encontrado por los caminos... Llevo dos días con algo genial en la cabeza, a ver cuando me siento y lo escribo... Eso, a ver, dicen las malas lenguas o las buenas nuse... Y ya he conseguido sentarme, pero ya tarde y mal, tarde porque es tarde, la verdad, y tarde porque ya no recuerdo nada de mis geniales genialidades, pero aprovechando que estoy aquí sentadita no lo dejaré aquí, a ver que sale. Porque material para escribir me sobra, de eso no hay duda, de hecho eso es lo que me priva a escribir un relato largo, coherente y concreto. Claro tengo tanto que elegir que no se por dónde empezar... Tengo una idea!!!! Como la última vez que os pedí que entrarais en un sorteo y fué todo un éxito, Todos absolutamente, todos ignorasteis mi propuesta, no hubo ningún absentismo! Fue un éxito total! Pues eso, yo insisto a ver si cuela. Esta vez me teneis que ayudar a decidirme por un relato:

-Erótico festivo (o el internauta Grey)
- Histórico festivo
- Histórico deprimente o
- Histórico Político (que en realidad estos dos grupos podríamos hacerlo en uno)
- Problemas familiares ("dóndelecheshaspuestolasservilletasdepapel")
- Superación personal
- Transgresor
- Milagros y causalidades
Bueno creo q ya tenemos suficientes para votar que sinó con la excusa de que hay muchos no votais ninguno. Y yo aprovecharé y me echaré a la bartola en vez de hacer lo que me toca.

Bona niiiit

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Formentera Mon Amour

Sorprendentemente no solo he llegado a tiempo, sinó que estoy aburrida de esperar... No he tenido esta experiencia en la vida... Estoy esperando.... No es genial? Creo que al no estar acostumbrada me he despistado tanto que ha empezado a llegar la gente y se ha creado una cola infinita y yo aquí sentadita en el banco, decidiendo si la que estaba haciendo el tonto era yo o la gente que estaba de pie, al fin y al cabo iban al mismo sitio y había sitio para todos, digo yo, nuse. En los aeropuertos es más ridículo todavía, ver las colas enormes de gente que tiene la garantia de tener su asiento numerado, que nadie te lo va a quitar, hombre! Y por si eso fuera poco ridículo aún, ves gente (joven claro) que lleva unos mochilones, qué parece que lleven un muerto y por miedo a que haya algún desaprensivo al que le apetezca salir corriendo (si puede) con el  muerto, pos ahí están, aguantando una tonelada de ropa que no se van a poner, pero si que la van a sufrir, si, y haciendo una cola inútil para llegar el primero a su asiento?.
Bueno tanto enrollarme y no he dicho para que esperaba aburrida. Para ir a lo que iba a ser mi viaje. El Viaje.
                                                     FORMENTERA
                                                Un domingo de Agosto
                                                           Ses Illetes
Escribo con los dedos de mis pies palabras en arena, las que el mar con su interminable candor se llevara ... desasosiego, desamor, miedo, ansiedad,
Miro mis sueños de reojo para que no se despierten. En mis sueños hay guerras donde explotan las risas de los niños y los no tan niños, y se desploman las barreras y los límites, donde la pólvora está para que existan nubes de colores pastel, y en esas guerras, las de mis sueños, los soldados cuando tienen hambre te comen a besos.

Otra vez aquí, caminando sola con mi desnudez, tan desnuda que se me intuye el alma que a su vez se me derrama en el agua cristalina, salada, transparente y pura, aunque me cubrieran cien mantos seguiría desnuda. Como siento la brisa, como siento este momento tan puro, tan cristalino, tan transparente. Aquí todo es armonía, pura armonía, las piedras en su quietud, parecen troncos, troncos que parecen piedras, todos somos uno. Una piedra le da las gracias a Formentera, y yo, pues claro y yo.
Fundida ando, llena de magia, mi cuerpo desciende para fundirse en las piedras calientes. Me fundo en este mágico lugar, junto con las piedras , junto con la madera dispersa a doquier, junto al azul, me fundo con el agua cristalina y mis lágrimas se funden con el mar, todos somos uno, mis lágrimas, el mar, mi cuerpo desnudo, el olor de la madera húmeda y salada, olor a madera fundida en mar.

Mis emociones amontonadas se equilibran de forma inexplicable como las apachetas que dejan los viajeros pidiendo y agradeciendo a la Pachamama (Madre Tierra) colocando una piedra sobre la otra. 



Cuánta magia hay aquí, se respira una profunda paz, y un amor tan profundo y tan infinito.... Cuantos corazones de una generosidad desbordante como su creatividad, han pasado por aquí para dejar su inestimable huella y mis emociones se siguen amontonando y aguantandose milagrosamente por un hilo invisible como las piedras que me rodean danzando junto al mar. Rozo algunas piedras con dulzura, para que permanezca todo intacto, todo quietud, todo nada.
Gracias, gracias, gracias

Momentos (ochenteros)

Cómo le gustaba ese chico!! Siempre encontraba una excusa para pasar por el bar de su padre y así comprobar si él estaba por allí.
Le gustaba tanto que se lo montó para acabar detrás de la barra trabajando por amor al arte, solo por estar cerca de él, solo por ver su sonrisa aparecer por la puerta, solo por ver sus ojos tristones y rasgados flotando en su mirada. Nunca se atrevió a decirle que le gustaba, pero su padre lo sabía, lo supo siempre, lo supo porque en cuanto su hijo entraba por la puerta del bar ella era otra, se clavaba la punta de cualquier mesa en la ingle, resbalaba tontamente, y llegó en más de una ocasión a caerse de bruces sobre algún que otro cliente, era capaz de confundir unas sardinas con escabeche con un café con leche, cuantos vinos derramados en camisas floreadas … y era continuo, constante, diario, siempre que su hijo aparecía, ella se convertía en un pato borracho y volvía a ser la enérgica, simpática y eficiente mujercita en cuanto que G. júnior se marchaba. Y como historia de muchas otras historias, su padre se dio cuenta pero él no. Seguramente porque G. nunca pudo verla en su estado natural, siempre se topó con un ánade con borrachera eterna, y siempre la vio como una niña graciosa, nunca como una posible mujer con la que pasar una noche de desenfreno o con la que pasar una velada agradable a la luz de las velas.

Una noche al llegar a casa más tarde de lo habitual, se encontró a su madre sentada en las escaleras y supo que algo no iba bien. Estaba llorando pero su mirada estaba llena de rabia, de dolor, no de tristeza, y entonces supo que iba a pagar por los platos que alguien había roto, quizás los había roto ella misma, sinó en esta vida en cualquier otra.
- Tu padre está enfermo y tu te pasas el día en la calle, a saber haciendo qué! Ya ni siquiera eres virgen, y solo tienes 15 años!!!, En qué te quieres convertir, en una puta? Que sepas que tu padre tiene cáncer y seguramente se morirá pronto mientras tú haces la puta por ahí!!

Mientras su madre le gritaba ella se percató de que su madre tenía algo en las manos que le resultaba familiar, era su diario, y de repente quiso morirse y de repente entendió toda su rabia, todo su dolor y todo el desprecio que sentía por ella en ese momento, pero estaba invadida por tanta ansiedad que la situación la desbordó, pasó por al lado de su madre sin mediar palabra y se encerró en su habitación sin  saber cuantas horas estuvo llorando hasta que se quedó dormida.

Al día siguiente no se atrevía a salir de la habitación, no sabía como enfrentarse a su madre, a la enfermedad de su padre ni a si misma. Como explicarle a su madre que la vida le asusta, que el mundo le asusta, que lo que ocurrió en aquel banco de aquel local abandonado, fue su propio abandono, no luchó porque no quería salvarse, simplemente dejó que ocurriera para sentir la desgracia más dentro que fuera, se abrazó al miedo, sin dejar que este le persiguiera, se abrazó a los peores acontecimientos mirándolos a la cara para que nadie la llamara cobarde, como explicarle que no sabe quien es, y lo que es peor, no tiene ni idea de quien quiere ser.

Al salir de su habitación el corazón se le aceleró, tenía un miedo atroz, no quería encontrarse con ella, no quería ver sus ojeras que serían un espejo de las suyas, que serían una muestra de las lágrimas nocturnas derramadas por ambas. Oyó ruido en la habitación contigua, y aprovechó para bajar corriendo las escaleras, coger la chaqueta y huir. Huir de su madre, de la enfermedad de su padre y sobre todo huir de si misma. Y sus piernas corrían sabiendo donde acabarían y sus ojos se abrían y cerraban sin necesidad de ver lo ya visto, y llegó al bar y lloró y el padre de G. la abrazó, y suavemente le explicó que hay hombres que mueren jóvenes, que hay enfermedades que no entienden de raza,  ni condición y que debía estar preparada para lo peor. En ese momento entró su hijo, pero el pato que vivía en su interior no se dejó ver en esta ocasión y el padre de G. quiso celebrarlo y le pidió a G. júnior que llevara a S. a jugar a los bolos el sábado y S. sonrió todavía con lágrimas en los ojos cuando G. padre le guiñó un ojo.

Aquel día de repente se le antojó suave, dulce y llevadero, su subconsciente poco amigo de profundizar en las tristezas de la vida decidió olvidar por el momento la realidad y S. no volvió a casa en todo el día comió en el bar, con los dos hombres que últimamente llenaban su corazón, uno sustituía la sabiduría y el cariño de su propio padre, el otro le regalaba ilusiones lascivas, imágenes que utilizaba noche tras noche al llegar a su cuarto. Y pasó el resto del día enajenada frente al pinball, poniéndose una partida y otra y otra, concentrada en cualquier cosa que no era el pinball cuando sintió en la nuca cierta mezcla de calor húmedo acompañado de una respiración acelerada, y sintió también sendas caricias celestiales a la altura de su cintura y sintió también un sudor frío y cierta sensación de desestabilidad, creía que iba a desmayarse, pero en lugar de eso giró sobre si misma para encontrarse frente a frente, cadera con cadera, aliento con aliento con el chico que nunca la veía, con el chico que la transformaba en una grúa transportadora que se movía en un espacio muy limitado.
- Creo que has perdido la bola. Le dijo G. en un tono excesivamente suave.
Y la cabeza, y el sentido común y la cordura, pensó ella, pero contestó con un simple
-          Eso parece.
-          Yo te enseñaré a ganar una partida, date la vuelta.
Tenía los cinco sentidos desorbitados, notaba el cuerpo de G. junior pegado a su espalda, la rodeaba con sus brazos y sus manos se apoyaron sobre las de ella, estaba descaradamente sofocada y no lograba concentrarse en el juego, si en el juego de caderas de G. que cada vez que la bola intentaba colarse él la envestía bruscamente con el pubis. Y ella estaba encantada de la vida, mirando fijamente la bola como si de su mirada dependiera que aquella partida durara eternamente. Pero se colaron las tres bolas y no supo como retener aquel momento, se quedó paralizada sabiendo que aquello llegaba a su fin, y notó la distancia, y no notó nada, porque ya se había ido hacia la barra. Había llegado el momento de volver a casa, de volver a la realidad. Se despidió con poco ruido y sin nueces y de camino a casa no se cansó de recrear una y otra vez el momento en que G.  se adosó a ella, se fundió abriendo los poros de toda su piel absorbiendo así todo lo absorbible.

Al torcer la esquina llegando a su calle vio a lo lejos unas luces intermitentes y su euforia se transformó en ansiedad al ver la ambulancia en la puerta de su casa, corrió para volver a su realidad, cruda y áspera.

martes, 2 de septiembre de 2014

EL RECIBO DEL AGUA

Me encantan los días que cómo hoy me he levantado sabiendo que me iba a sentar a escribir, pero me he sentado y todo se esfuma entre mis dedos neuronales y caprichosos. Como el teclado del ordenador que hoy ha decidido que no tuviera ratón.... hay días y días.
Hay días que me levanto con cientos de pensamientos en la cabeza a cual más inspirador, y luego me siento y nada... Hay dias que me levanto sin nada y es sentarme y lleno páginas y páginas sin parar.
Tengo días de todos los colores. Hay días que me siento frente al mar pero también los hay que me siento de espaldas, y según me siento, me siento ....
Hay días sin color, otros que los colores básicos llenan mi realidad, los blancos son muy blancos y los negros mu negros, pero otros amanezco con el alma irisada que hasta los grises son tornasolados, esos son los que más me gustan, esos días no necesito estar en Venezuela, ni en el Amazonas para ver las cien tonalidades del verde, porque esos días siento los colores y los mezclo infinitamente por dentro....
Total que hoy como ya hace varios días, toca sacar los relatos del baúl de los recuerdos, y creo que este también es el 2003.


EL RECIBO DEL AGUA


Odio las colas, supongo que como le ocurre al resto de los mortales, pero odio especialmente las colas como la de hoy. Primero porque ya vengo bastante cabreada de antemano por lo de la dichosa cartita, sí, esa que te mandan con todo tipo de amenazas, que en resumen te notifican claramente que o pagas o te cortan el agua. No me importaría tanto si al menos hubiera recibido la factura y hubiera decidido voluntariamente retrasar un poquito el pago de la susodicha (cosa que debo confesar he hecho infinidad de veces). Pero esta vez no ha sido voluntario, tenía intención de ser buenísima y pagarlo todo al momento, pero no he tenido oportunidad, y he recibido directamente el aviso y tarde por el problema de Correos que siempre tiene fechas significativas como excusa para perder tu correspondencia en el momento menos oportuno o retrasarla porque es Navidad y, ya se sabe, las postales navideñas, o es época de vacaciones, y ya se sabe, las postalitas a los familiares y amigos para matarlos de envidia, o son elecciones y ya se sabe... En fin, que como “ya se sabe” para que vamos a pelearnos.

Para colmo no me acosté por miedo a dormirme y no llegar a tiempo a las oficinas de tan digna administración y acabar pidiéndole a la vecina que me deje hacer mis necesidades en su casa, y ya de paso dejarle mi colada y mis platos para que los friegue (ya puestos hay que echarle morro). Tengo que aclarar que aunque no soy la reina del equilibrio y la sensatez tampoco estoy loca ni soy una esquizofrénica sin despertador, simplemente trabajo de noche en un bar musical y  suelo acostarme a las 7 de la mañana, lo cual hace muy improbable que me levante antes del mediodía y si tenemos en cuenta lo dormilona que soy, seguramente me hubiera despertado, como siempre, con la clase de aeróbic de las 6 de la tarde del gimnasio de abajo.

Pero, por supuesto, aún hay más, por vigésimo año consecutivo el barrio entero está boca arriba porque la manía persecutoria de todos los alcaldes de éste mi estupendo pueblo es hacer obras y más obras, como si en vez de alcaldes fueran artistas frustrados. Como narices piensan que vamos a sobrevivir en un pueblo de asfalto, sin asfalto. Mi coche no es precisamente un 4X4, más bien tiene una tiradilla a motocicleta de cuatro ruedas recubierta de carrocería, he dado veintidós vueltas rodeando la plaza del repartidor intentando aparcar (ingenua, ingenua, ingenua) y finalmente en un estado totalmente demencial y tarareando la canción de Celia Cruz “A lo loco” me he metido contra dirección en la calle donde se halla la oficina del infierno inundado, y lo he dejado en medio de la calle, total,  la calle está totalmente intransitable.

Al entrar me ha dado un no se qué al ver tanta cola, le he preguntado al barrigón con halitosis (no sabía lo de la halitosis hasta que le he preguntado, si no, le hubiera preguntado a cualquier otro, está claro) si era el último para pagar y me ha dado una alegría (y un mareo) cuando me ha dicho – No mujé, pa pagá e eza ventardilla qui no hay naide.

Esto no puede ser verdad, no me puede estar pasando a mi, la master de las leyes de Murphy, La ventanilla está vacía, cierto, demasiado vacía diría yo. Y ¿SE PUEDE SABER DONDE ESTÁ EL SEÑOR O SEÑORITA QUE SE SUPONE DEBE ESTAR DETRÁS DE LA DICHOSA VENTARDILLAAAA?? Según mis averiguaciones descubro que está desayunando pero que no me preocupe, ya no puede tardar mucho porque ya hace casi 30 minutos que salió. Todo me empieza a dar vueltas. El hombre no aparece. Los primeros diez minutos no están mal del todo, me dedico a analizar la España profunda que me rodea y tengo hasta un espasmo muscular. El primero de la cola es realmente sorprendente, no le quedan más que tres dientes, y no cuenta más de treinta años aunque su edad es incalculable por lo castigado de su rostro, no debe llegar ni a los cuarenta kilos de los cuales veinte deben ser de caballo y los otros tantos repartiditos, cinco kilitos de dolor, otros cinco de resignación, unos cuantos de amnesia y nulidad y el resto de ropa y piedras para no salir volando, porque hoy hace un viento que no te susurra, más bien intenta arrancarte las orejas (y las mías con lo despegaditas que están).

Detrás hay un coreano o chino (nunca puedo distinguirlos, lo cual dice mucho de mi persona soy tan antixenofóbica que no puedo ni hacer distinción de razas), está un poco nervioso, a lo mejor trabaja en un resturán (chino, claro) y llega tarde para preparar los rollitos de primavera, o quizás le pone nervioso el “Tres dientes” por aquello de que se gire y le pida todos los dinelos que lleve en la caltela. En los bancos de la pared hay sentadas lo que supongo son madre e hija. La madre histérica cambia todos los artículos de un bolso nuevo a otro más nuevo todavía frente a la cara incrédula y avergonzada de su hija que no para de repiquetear con sus dientes de hierro. – Mamá quiedes haced el favod de dadte pdriza, qué te dez pdrisa, joé! No podiaz ezperad ha llegad a caza pada eztdrenadlo? A mi izquierda ha quedado el barrigón con halitosis que por si no fuera suficiente lo de su problemilla, no tiene ningún reparo en hurgarse la nariz en busca de nuevos tesoros que lanzar al techo para no dejarse hundir por el tedio de la curiosa cola. Y no podía faltar a mi derecha el ancianete con Parkinson, de cuya enfermedad empiezo a dudar al quinto manotazo que se le escapa a mi fofa nalga, la verdad es que es una situación embarazosa, su mujer está al otro lado del “Parkin” y la verdad realmente no se si montar un pollo, porqué ¡Vergüenza tendría que darle con su mujer al lado! O simplemente entender que el hombre realmente no puede evitarlo. Tengo serias dudas, si me aparto para huir del radio de acción de su descontrolado miembro (su brazo, entendámonos) entonces quedaré peligrosamente adosada al señor “Halitosis” a moco tendido (porque mocos ya ha tendido unos cuantos). Dios! y el hombre ventanilla sin aparecer.

Finalmente he decidido sentarme al lado de la madre y su retoño a pesar de que puede que me arriesgue a quedarme profundamente dormida con el rechinar continuo de sus hierritos dentales.

Entra una señora muy aquejada de varices con una botella de coca-cola de las que ya no se fabrican, de esas de litro de cristal y sin decir ni buenos días se lía a botellazos con “Halitosis”. Esto promete. La mujer de “Parkin”, debido al susto deja un charco en el suelo con el que resbala Chu-Lin al intentar dirigirse al rescate del barrigón atacado. Si sabía artes marciales no va a practicarlas durante una temporadita, porque la caída ha sido espectacular, y la posición en la que ha quedado no se atrevería a pintarlo ni Picasso en sus mejores tiempos. Tres dientes aprovecha la confusión para salir  corriendo con el bolso de la madre que está sentada cerca de mi (y yo preocupada pensando que me iba a quedar frita).  La mujer grita, como no, -¡AL LADRÓN!, y su  hija le repiquetea con su cara avergonzada e incrédula – Mamá quiedes haced el favod, pedo zi ez el bolzo viejo que eztá vacío, qué máz te da?. Al levantarse la niña uno se da cuenta de que no es tan niña, lleva bambas con plataforma y va vestida tipo garrula-moderna, y con el ombliguito al aire y “Parki” ya no controla ninguno de sus miembros (y digo bien, ninguno). Tres dientes el más desgraciado de los hombres, se da de bruces en la puerta con un hombre bajito con unos mofletes rojísimos, por un momento pensé que los tenía rojos del susto o quizás de la caída o de la vergüenza de encontrarse de pronto tan ridículo tirado en el suelo, pero no amigos míos, sus mofletes están rojos porque es el hombre ventanilla, y dado el tiempo transcurrido desde que salió a desayunar deduzco que ha tenido que zamparse unos cuantos bollos y a saber cuantas botellas de vino. Tres dientes desde luego no es un tipo con suerte, sale corriendo con el bolso equivocado y se topa con el hombre ventanilla, aunque no le impide de todos modos darse a la fuga, seguido por madre y niña, “Halitosis” y Variz asesina y por último “Parkin” e Incontinencia. El que no se ha movido un ápice es Chu-lin que el pobre no ha dicho ni Agrrrrrrr (claro que con tantas erres es normal que haya preferido no quejarse). Yo no se qué hacer, aunque no me voy a ir dejando al pobre chino coreano ahí tirado. Todos los empleados de la oficina han salido de sus escondiditos despachos, están petrificados. Les pego un grito que ni me reconozco – QUERÉIS LLAMAR A UNA AMBULANCIA SO INÚTILES!!! QUÉ NO VEIS QUE EL POBRE HOMBRE ESTÁ DESCUAJARINGAO?!!