Vistas de página en total

viernes, 20 de octubre de 2017

CARTA ABIERTA A FELIPE V, DE PODEMOS

Estimado señor: en 1716, un antepasado suyo, Felipe V, abolió de un plumazo los derechos y libertades catalanas tras someter Barcelona mediante conquista militar. Trescientos años después quiere el destino que venga usted a impedir que los recuperen.
Acaba usted de espetar un discurso a un gobernante democrático, elegido por las urnas, como usted no lo ha sido, cuyo contenido esencial reside en recordar la necesidad de respeto al principio de supremacía de la ley, sin el cual, no es posible la sociedad civilizada.
¿Con qué autoridad dice usted eso a un presidente que, como él mismo señaló en una entrevista posterior, nunca se ha saltado la ley? Contestemos a esta fastidiosa pregunta.
Su autoridad personal en la materia que, a fuer de republicano, este blog no reconoce, es inexistente. Su poder viene directamente de la designación de un militar golpista, un delincuente perjuro que se alzó contra su gobierno y usted no ha tenido el coraje ni la gallardía de refrendarlo mediante una consulta a la ciudadanía, un referéndum en el que esta decida si quiere seguir con la monarquía o prefiere la República, el último régimen legítimo que hubo en España, pues el suyo no lo es.
Usted carece de autoridad pero se hace eco de la del gobierno español, ese sí, elegido por sufragio universal. Es este quien ha enviado a usted a Cataluña a recitar el catón elemental del Estado de derecho: el respeto a la ley, que a todos nos obliga, incluidos los gobernantes.
En términos abstractos esto es cierto. En términos concretos, aquí y ahora, en España, no solo no lo es, sino que es una burla. El gobierno que exige a Mas el cumplimiento de la ley, la cambia a su antojo, unilateralmente, sin consenso alguno, valiéndose de su rodillo parlamentario cuando le conviene, de forma que esa ley ya no es una norma de razón universal, general y abstracta que atienda al bien común, sino un dictado de los caprichos del gobierno del PP que, como sabe usted perfectamente, es el más corrupto, arbitrario e incompetente de la segunda restauración. Un solo ejemplo lo aclara: el mismo día que el presidente de ese gobierno, un hombre sin crédito ni autoridad algunos, sospechoso de haber estado cobrando sobresueldos de procedencia dudosa durante años, denuncia que los soberanistas catalanes intentan "cambiar las reglas del juego" al desobedecer la ley, sus acólitos presentaban un proyecto de ley de reforma del sistema electoral español para cambiar las reglas de juego a tres meses de unas elecciones. Y nadie en España, ni un medio de comunicación, ni un publicista ha denunciado esta arbitrariedad, esta ley del embudo.
Ciertamente, los gobernantes dicen que, si a los catalanistas no les gusta la ley, pueden cambiarla, pero legalmente, como han hecho ellos. No tengo a usted por una lumbrera, pero imagino que no se le escapará la impúdica hipocresía de este razonamiento pues los catalanes jamás serán mayoría en cuanto catalanes en España y, por tanto, no pueden materialmente cambiar la ley y están condenados a vivir bajo la que la mayoría les impone. Siempre. Por si no lo sabe usted, eso se llama "tiranía de la mayoría" y es tan odiosa como la de la minoría.
No, señor, el asunto ya no es de respeto a la ley. El asunto es de legitimidad, o sea mucho más profundo y antiguo. Pero, por no abusar de su paciencia, se lo expondré a usted en tres sencillos pasos a imitación de la triada dialéctica hegeliana que sirve para explicar la evolución de la realidad, pero también su involución.
Primero vino una guerra civil y cuarenta años de dictadura que forjaron una realidad española en la que se mezclaban los sueños de fanfarrias imperiales con los harapos de un país tercermundista, gobernado por los militares y los curas, como siempre. Fascismo, nacionalcatolicismo, centralismo, ignorancia, represión y robo sistemático. Fue la tesis.
Luego llegó la transición, la negación de la tesis, la antítesis. España se convertía en una democracia homologable con el resto de los europeas. Se negaba la dictadura. El Estado se descentralizaba y devolvía libertades a los territorios, se promulgaba una Constitución que consagraba la separación de la Iglesia y el Estado y propugnaba un Estado social y democrático de derecho. Y se acariciaba la ilusión de que era posible una continuidad normal del Estado, por encima de los avatares históricos.
Por último llegó la negación de la antítesis, la negación de la negación, la síntesis. Con el triunfo aplastante del PP en 2011, volvió el espíritu de la dictadura, el gobierno de los curas (o de sus sectarios del Opus Dei), el nacionalcatolicismo. Se conservó la cáscara de la Constitución, pero se la vació de contenido con la ayuda del principal partido de la oposición, cómplice en esta involución y se procedió a recentralizar el país, atacando el régimen autonómico y burlando las expectativas catalanas, de forma que su estatuto carece de contenido. De nuevo con la ayuda del PSOE y la diligente colaboración de todas las instituciones del Estado. La que más se ha usado ha sido un Tribunal Constitucional carente de todo prestigio y autoridad moral por estar plagado de magistrados al servicio del gobierno o sectarios del Opus Dei, con su presidente a la cabeza, militante y cotizante del PP. 
Así están hoy las cosas en España, señor mío. Un gobierno de neofranquistas y nacionalcatólicos, empeñados en imponer sus convicciones como ley de la colectividad, impregnado de corrupción, basado en un partido al que algún juez considera una asociación de delincuentes. Un gobierno que ha provocado una involución sin precedentes, una quiebra social profunda (lea usted las estadísticas de pobreza, las de paro, las de productividad, las verdaderas, no las que fabrica esta manga de embusteros) y una quiebra territorial mucho más profunda, que él mismo reconoce de una gravedad extrema y de la que es el único responsable por su incompetencia, autoritarismo y corrupción.
¿Cree usted que ese gobierno tiene autoridad para hablar de la ley? ¿La tiene usted?
No le extrañe que los catalanes quieran liberarse de esta tiranía personificada en estúpidos provocadores como ese que quiere "españolizar a los niños catalanes". Muchos otros, si pudiéramos, haríamos lo mismo. No quieren, no queremos, vivir otra vez el franquismo. 
Y usted, le guste o no, lo representa.

domingo, 8 de octubre de 2017

La sabiduría de los animales

Nunca he sido demasiado politiquera, siempre he tenido bajo la piel esa veracidad de que nos hacemos llamar seres humanos, donde la palabra ser tiene una connotación magnánima de proximidad y hermandad con los "otros" y la palabra "humano" nos diferencia, (solo a algunos y en algunos aspectos), de los animales. Siempre me he considerado terrícola, ciudadana del mundo, en un lugar repleto de tabús, manipulaciones, ansias de poder,  dominio, prohibiciones y fronteras, con las que nunca me identifiqué, pero nunca me hizo falta enfrentarme hasta perder el aliento, me parecía más práctico, respirar profundo y mirar hacia otro lado, donde las vistas eran mucho más agradables que gastar mis energías en gilipolleces, vamos, en definitiva vivir feliz, y os aseguro que la vida no me lo ha puesto fácil jamás, pero yo he sido cabezona y he intentado serlo lo máximo posible, sin juzgar a nadie ni a nada, sin alejarme mucho de mi propia esencia, la cual me identifica. La vida, generosa, me regaló el don de la maternidad, aunque esa primera vez  en la que me fue regalado ese don, era un momento en el que todavía tenía fe en personas que creía que estaban por encima de todas esas contrariedades que a mi entender, eran harina de otro costal, creía de verdad que habían personas que se guiaban por su corazón, su alma y su amor por esa profesión que algún dia eligieron, supuse que por amor venían a este mundo con ganas de ayudar al prójimo, y sanarlo. Pero el tiempo me ha quitado esa quimera de la cabeza, y me hizo ver el lado más oscuro de esa profesión, cuando me obligaron a abortar la primera vez  que me quedé embarazada, bueno lo he expresado mal, no me obligaron físicamente, pero me presionaron diciéndome que era una "asesina de niños" solo por no haber tenido cuidado y  no haber tenido las suficientes precauciones y tener la osadía de ni si quiera pensar en tenerlo, así que sin más, el doctor Somoza, del que curiosamente no he olvidado su nombre y jamás lo olvidaré, me abrió los ojos para dejarme claro el tipo de escoria que era en esta sociedad  y lo poco merecedora que yo era para despistarme así y desde luego, era irrisorio el creerme que yo tenía derecho a ser madre. Me programó la fecha para el aborto y yo, sin rechistar, salí de su consulta con lagrimas en los ojos. Tenía 27 años, y ya llevaba como 7 años habituándome a ciertas pautas a "seguir y aguantar" cuando te conviertes en un estigmatizado.
 Y el tiempo no me dio la razón (de hecho hizo lo contrario, me la quitó),pero eso ocurrió muchísimo después, la vida me dejo respirar, después de pasar ese primer infierno, con empalamiento no informado a las 22h de la noche (imaginaos el miedo que pasé), desmayo volviendo a la habitación, (aún no se cuanto tiempo estuve en el suelo de ese pasillo solitario,tétrico y semioscuro) y soportando el dolor a pelo porque se negaron a darme un calmante, cuando al final lo conseguí (las otras chicas me ayudaron un poco presionando a la auxiliar supongo que por su necesidad imperiosa de dormir) tampoco es que funcionara mucho, la verdad.... mojé las sábanas y pasé horas en esa cama mojada de líquido amniótico supongo que finalizó al dia siguiente con su voz diciéndome antes de entrar en quirófano "Aprovechando la intervención para la interrupción de tu embarazo podríamos aprovechar y cortarte las trompas de falopio, así nos aseguraremos de que no vuelvas a cometer el mismo error" . En ese momento mi cara aterrorizada se giró buscando los ojos de mi madre y ella hizo una mueca de desaprobación al mismo tiempo que me decía en un susurro "tranquila, tontorrona que no puede hacer eso sin un documento firmado por ti!" Aquí debo hacer una aclaración importante, no es cuestión de defender ninguna hipótesis, ni ideas, estoy hablando de las formas y la dignidad de la persona, creo que cada uno debería tener la libertad de pensar lo que quiera sin recibir un maltrato del tipo que sea, quería dejarlo claro.  Al final, es obvio que no cumplió su amenaza, la prueba está en dos nombres propios que  han estado a mi vera dándome lecciones de vida continuamente, las amo con locura, son mis pequeñas guerreras con un corazón enorme, inteligencia para repartir y mucho sentido del humor, y la peque encima vino con un extra que no se lo salta un torero, una alegría con denominación de origen, y un ritmo casado con lo latidos de su corazoncito y con sus ganas de cantar y bailar. Las cosas no hicieron otra cosa que empeorar a lo largo y ancho de mi vida, pero... ya me he enrollado con otro tema que no quería explicar aquí, si eso lo explicaré en otro relato, jolín, no tengo remedio!.
 . Un día no muy lejano me acosté llorando porque recibí un vídeo que me tocó algo en mi interior, me hizo reflexionar y amar a mi tierra y a mis congéneres, como nunca lo había hecho antes, porque no tenía conciencia hasta hoy de la realidad de Cataluña,  y me hizo llorar como nunca, rememorar a las mujeres de mi familia, guerreras, luchadoras y republicanas, a las que no les importó comerse noches de calabozo por hablar catalán en el autobús, ni comerse las notas de papel que memorizaban antes de metérsela en la boca para no involucrar a otros compañeros, iban con la cabeza bien alta y con orgullo, eran de la resistencia catalana (si, parece de película, verdad?)  Mi abuela más que sus hermanas iba defendiendo su cultura y su república, vestida con sus humildes vestidos, hechos por ella, su dignidad y sus derechos, supongo que mi abuelo materno también hizo lo suyo, y mis tíos, pero nunca me contaron historias que recuerde (eso es culpa mía por eso de  la memoria caprichosa que me ha quedado o de mi madre (nunca habla mucho de su padre, supongo que le desgarra el corazón solo mencionarlo) Pues bien, se lo debo a ellas y a mi abuelo al que no conocí pero las batallitas de mi abuela, y las breves historias de mi madre me hicieron reconstruir su persona como si lo hubiera conocido .Nunca he sido muy extremista (en este sentido, en otros, es otro tema) ni me he sentido muy afín con nada en particular, a mi siempre me han gustado las personas, sean altas o bajas, de San Ildefonso, Esplugues o Cornellà, o de Mallorca o Cádiz, de Toledo o Madagascar, de Venezuela o Cantabria, cuando me venía un catalanista aférrimo no entendía porque tanto odio, tanta rabia y tantas ganas de ser uno rodeado de muchos, Pero los hechos últimamente me han mostrado el lado oscuro de las élites de los cojones, su manipulación, sus ansias de poder, y no os creáis que esa élite es catalana o española, no, no, son lo mismo, son del mismo cubo de basura. pero nos venden títulos diferentes y colores diferentes como el reciclaje, que hay azul, amarillo y marrón pero un cabrón es un cabrón.Pero parece ser que las cosas no se acaban de ver claras, porque la gente que yo consideraba inteligente se han creído que todo esto es un error de cálculo, un error político, y no les da la gana de creerse que esta lucha es del pueblo, y todos se llenan la boca con eso que llaman la ilegalidad no es que nos haya empujado un Puigdemon, un Mas, o una CUP, ni desde luego un Pujol, ahora hablo por mi y por la gente que respira esta historia codo con codo conmigo, en estos momentos no es sano generalizar. Que cada uno saque sus conclusiones como buenamente pueda, pero lo que no tolero en ningún caso es que alguien con la excusa de que los políticos catalanes son como los españoles justifique absurdamente la violencia que se vivió aquí. Y tampoco tolero que alguien tenga los santos cojones de ni siquiera insinuar que la gente mayor por ser mayor, no debería manifestarse en una manifestación pacífica, y precisamente ellos son los que más necesitan acabar con este capítulo de la historia tan vergonzoso, que parecía (algunos creímos inocentemente) que era una historia del pasado, pero está claro que es una epidemia que aún no se ha erradicado del todo. Y sobretodo me hace daño leer cosas como"es culpa suya .Que poca cabeza la suya!, a quien se le ocurre". O que es culpa nuestra de los catalanes (escudos humanos, de verdad?). Llegados a este punto a mi me queda mucho que expresar pero me queda poca energía para seguir con esto, a ver si consigo de una vez por todas, desvincularme de este mal rollo, y despertarme mañana por la mañana con aires frescos y aireados y con libertad de la de verdad, porque sigo algo confusa con un dato. Si de verdad os creeis todo eso, si de verdad os han hecho crecer que somos monstruosos me llena de sorpresa y perplejidad el afán general de mantenernos en un país que nos ha maltratado toda la vida, y por favor quien crea lo contrario que se sienta libre de replicar pero por favor con un mínimo de inteligencia y argumentos lícitos y respeto  si no es así, no vale la pensa que gastéis energía en eso, pero sobretodo aclararos en dos cosas, es un derecho constitucional votar o no?. Tiene todo el mundo (civilizado. claro) derecho a mostrar su descontento? Porque las personas que os horroriza pensar en el pueblo catalán no nos dejáis en paz? Es que no lo entiendo de verdad. Total que ya lo he hecho otra vez, mi intención inicial era hablar de la monogamia de las sepias.