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jueves, 27 de octubre de 2016

El tiempo ni corre ni vuela

Menos mal que ya me conozco de hace muchos años porque sinó las decepciones acabarían conmigo, como hoy que me he levantado con energía  (arrastrando los pies pero con fuerza) y he pensado va hoy vas a hacer tus "pendientes", que no son los que colgamos de las orejas sinó un montón de cosas que llevan una eternidad sin hacer. Así que lo primero que he hecho es comprar pilas para ponérselas al reloj que lleva una semana parado en las dos y cuarto... Y parece ser que va a estar así una eternidad, que caprichoso que es el tiempo. Así que no era la pila, sinó el reloj que se rompió. Siguiente pendiente, unas mallas negras de mi hija que nada más comprarlas, ella toda mona las cortó "sin querer". En vez de llorar (que ya lo hice en su momento y mucho) he pensado, venga una cosida y palante.
Y dos horas más tarde aquí estoy escribiendo mi frustración por no ser capaz de pasar el hilo por la aguja, dos horas perdidas y de los nervios pa na, el reloj sigue diciendo que son las dos y cuarto y las mallas siguen inservibles y encima son ya las dos y cuarto y la comida sin hacer, ay no! que todavía son las once! Menos mal así me da tiempo de quedarme mirando los dos sofás que hay en mi comedor enano (no se como lo hago, de verdad) y pensar en lo bonito que hubiera sido si todo hubiera salido como tenia que salir. Pero en vez de eso tengo un sofá que venían a buscar pero al final la furgoneta no apareció y otro sofá que como supuestamente se llevaban el que tenía pues me lo subió mi madre de su casa. Y ahora que me fijo este sofá en mi casa va a durar lo que ha durado mi reloj del Ikea, na y menos. Viendo a mi gata dándole la bienvenida con sus uñitas y sus zarpas mojaditas del patio. Lo podría haber pensado antes, no? Un sofá blanco en mi casa es de risa. En fin voy a ver si se me da bien preparar unos espaguetis, hoy me da respeto hasta eso a ver si soy capaz...