Vistas de página en total

jueves, 16 de diciembre de 2010

Domingo...

No demoremos más esta agonía...El domingo por la mañana a eso de las 10h decido ir al garaje con paso decidido, y os especifico la hora porque creo que es importante para entender la historia en toda su magnitud. Encontrar las cajas fue coser y cantar (yo coso fatal y jamás recuerdo las letras de las canciones), o sea casi una hora de reloj, porque aunque supe que las encontraría en el armario, previamente tuve que apartar cajas y muebles varios, porque aquí la menda, persona inteligente donde las haya, y algunas personas de mi familia del mismo grado intelectual que yo, hemos ido dejando nuestros lastres de vida justo enfrente de las puertas del armario. Es súper práctico, os lo recomiendo a tope, todos deberíais probarlo alguna vez, yo estoy por hacerlo en todos los armarios de casa. Mientras quitaba cajas y apartaba muebles iba yendo y viniendo, ahora porque las niñas gritan, después porque suena el móvil, ahora porque necesito una escalera y total la vecina de enfrente que es más maja que las pesetas seguro que me la deja… Creo recordar que incluso fui a poner un huevo, o sea, una hora de reloj. Pero por fin estamos las cajas y yo y dos hijas desquiciadas pero contentas en el comedor de casa… Mi hija mayor empieza a sacar cosas de las cajas compulsivamente, a los diez minutos (ella siempre ha sido mucho más rápida) ya no puedo ver ni una baldosa del suelo, y total aún no sabemos dónde vamos a colocar el pesebre…. La pequeña no da abasto con tantos caramelos nuevos que meterse en la boca, de momento ha elegido como primer plato al niño Jesús y también ha cogido la mantita del pie del árbol, se ha tapado la cara y se ha estampado contra la tele. No os preocupéis, lo hace a menudo, le encanta taparse la cara con sombreros, pañuelos, servilletas o lo que pille y estamparse contra las paredes, suele caer de culo y partirse de risa, y juro que no me drogué ni un poquito en todo el embarazo, palabrita del niño Jesús que va ahora en boca de mí bebe.
Mia y yo decidimos empezar por el árbol porque no encontramos el hueco para el pesebre,  así que retiramos a un lado figuritas y demás accesorios quedando amontonados frente a la tele y abrimos la caja del árbol…
Nadie dijo que iba a ser fácil, al sacar las piezas del árbol nos damos cuenta de que falta una de las tres que forman la base. Probamos a ver si se aguanta con solo dos y apoyado entre la pared y el sofá, pero Claudia en seguida viene a demostrarnos el poco equilibrio (en realidad inexistente) del invento…  No pasa nada, para ideas luminosas yo. Dos vueltecitas por casa y de repente lo veo claro, garrafa de agua vacía y cubo de ceniza lleno!! Así que sin pensarlo dos veces (a veces sería de agradecer que lo hiciera) cojo el cubo y la garrafa y me voy fuera a ocuparme del trasvase de cenizas. Para entonces la peque ya se ha quedado frita de aburrimiento y la mayor ya está viendo el Disney Channel.
Con la pequeña pala de la chimenea hago el primer intento de echar la ceniza por el agujerito de la garrafa, cae casi todo fuera, por supuesto, pero no pasa nada, paciencia y ya está. Cuando llevo un cuarto de hora a palazos, la garrafa sigue prácticamente vacía, pero a su alrededor hay montoncitos de ceniza que gracias a un poquito de brisa han acabado por mis ojos y el resto de la cara, mi pijama y mis zapatillas. Llegados a este punto cualquier persona normal, con dos dedos de frente ya se habría retirado, o lo que es más ni siquiera hubiera empezado, se hubiera gastado 20 euritos en un árbol nuevo y chimpún, pero yo no, yo acabo lo que empiezo (solo en casos absurdos, todo lo demás siempre lo dejo pendiente). Entro en casa a por una revista que pienso utilizar como embudo. Ja! Que os creíais! Soy un súper cerebro pensante. Con el embudo mejora un poco la cosa, pero se queda todo atascado y cada vez que lo levanto se sale todo… y la brisa.. y cada vez veo menos… Mi cerebro que no para de discurrir da con otra solución: Mojar la ceniza. Ya no sé si contaros esta parte, la verdad. Yo también tengo mis vergüenzas…

Al mojar la ceniza la cosa no mejora, caen chorretones negros asquerosos por los lados de la garrafa, siempre por fuera claro. Pero os lo creáis o no ya llevo media garrafa llena! (esto lo he puesto para quedar bien, pero en realidad en ese momento yo solo veía MEDIA GARRAFA VACIA). Yo no suelo alterarme fácilmente, pero he de reconocer que empezaba a estar algo incómoda con la situación así que sin miramientos empecé a echar la ceniza con las manos y parecía que la cosa iba aligerando. Estaba de cuclillas cogiendo el cuello de la garrafa con una mano y tirando la ceniza con la otra y francamente no sé cómo narices acabé cayendo de culo con tan mala suerte que por un lado me cayó una considerable cantidad de ceniza por encima (mojadita, mmm), y por otro mi culo aterrizó sobre el canto de una caja de plástico que a su vez se levantó, me dio en el cogote y me impulsó hacia adelante acabando a cuatro patas amorrada a la garrafa. De verdad que no entiendo muy bien cómo ocurrió todo, fue tan rápido, y lo peor … mi vecino… en la ventana… su cara… No tengo ni la más remota idea de que le pasaría por la cabeza al ver a Miss Ceniza en albornoz haciendo contorsionismo en la puerta de casa.
Por lo tanto, hasta aquí tenemos, media garrafa llena de ceniza mojada y compactada, un vecino al que no podré volver a mirar a la cara en lo que me queda de vida, un bebé que se ha despertado y que llora desconsolada cuando ve entrar a un ser de color gris, con el pelo encrespado del mismo color llevando el pijama de su madre, una montaña de figuritas del Belén junto a la tele, y un árbol de plástico apoyado en la pared con tendencia a torcerse a su izquierda. Y la garrafa, claro 
Y son las 13h, menos mal que la comida de la peque ya la tengo preparada.  La mayor y yo nos pondremos hasta el culo de ceniza y a correr.