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jueves, 4 de enero de 2018

Ignition

Llevo un tiempo que no me apetece escribir, ni crear,ni nada,me siento vacía, decepcionada y agotada. De entrada soy un ser maravilloso, lo se porque me lo decían mi abuela, mi madre, mis tías y mis amigos (bueno, mis amigos ya no me lo dicen tanto desde que me presenté a un concurso literario y desde que no tengo bar ni les monto el festival, bueno algún que otro festival ambulanciero he montado pero creo que ese tipo de  fiesta no es el que gusta). Pero me doy cuenta de la luz que destello, eso si, pero hoy no es uno de esos días.
Hay días como hoy que no paran de llover las malas noticias y una intenta no desesperar, pero al final, oye que una no es de piedra, jolín. Este año ha sido el año de las bajas,pero por lo menos este año nos dejaron almas viejas y atormentadas, que ya están recibiendo su merecido descanso, que nunca es una alegría, pero por lo menos es una caída suave y predecible. En casa se respira un ambiente algo raruno, mis hijas parecen salidas del Planeta Agustini, tengo dos mentes privilegiadas en casa, pero hoy seguramente se han tomado el día libre, pero si hasta la gata me la he encontrado frente a la puerta de la lavadora maullando para que le abriera, le he abierto  se ha dado la vuelta y se ha ido, así, sin más, sin ninguna explicación razonable, sin ningún maullar explicativo...
Hay días que los milagros no paran de entrar en mi ángulo de visión (pero hay muchos más que como todo el mundo, voy ciega todo el día y no soy capaz de verlos, no veo un milagro aunque pesara una tonelada y vistiera en amarillo chillón. Pero últimamente ....
Hoy me levanté dando las gracias cómo hago mucho últimamente, y hoy han sido más que productivas, estoy llegando a un fin para otro comienzo, pero siento, no se porque, que en un puzzle de infinitas piezas desordenadas y caóticas, por fin todas, muuuy lentamente se van encajando a la vez que van cayendo por su propio peso y de forma natural, por una cuestión de inevitable sincronia, las que sobran, me invitaron a un evento que prometía, prometía muchísimo, pero lo tenía muy complicado porque tenía una cita médica importante que no me podía saltar y tenía que hacer como mil gestiones o llamadas telefónicas para pedir por favor que me la cambiaran, y no me apetecía, me daba pereza, yo que se... y estaba haciéndome una lista para organizar las llamadas que debía hacer. mientras escribía en el papel, otorrin....sonó el teléfono, era del hospital, para cambiarme la cita, cuando colgué, no le di importancia,  no vi la sincronia,porque hay días que veo y siento lo que nadie mira ni percibe y cada segundo que pasa me siento más ligera, más libre, más desahogada.... y todo se me da a manos llenas. Pero hay otros que pierdo el rumbo y me derrumbo y olvido por completo toda mi fuerza, mi poder, toda mi magia, todo mi amor.... y todo se ensombrece lentamente y parece que mi energía se desvanece sin posibilidades de volver, sin voluntad de volver eso es lo peor, esa falta de voluntad, y saber que tengo que sacar fuerzas de donde sea porque tengo dos grandes responsabilidades. Hay días que me olvido de respirar profundo, pero luego le resto importancia porque me acuerdo de que mis grandes momentos, los grabados a hierro candente fueron esos en los que me quedé sin aliento, dejé de respirar pero sin dejar de vivir, solo dejé de respirar para convertirme en un zombie viviente desde los 11 años cuando vi a mi madre en el suelo con la nariz reventada y mi padre cogiéndola de los pelos. La arrastró a la habitación, cerrando la puerta tras ellos, en ese momento pasé mucho miedo, porque creí que la mataría y mis gritos, no se si traspasaron las paredes del piso pero si las de mi alma, se desplomaron sin remedio, de forma devastadora, tanto que noté la vibración de la hecatombe hasta que las ondas expansivas rebotaron en mis poros, volviendo luego a su lugar de origen, ojalá hubieran dejado mi cuerpo, aunque hubieran roto, cortado o agrietado mi capa epiltelial, esa que está en contacto directo con ese rudo y macabro exterior, pero al mismo tiempo maravilloso y lleno llenísimo de segundas oportunidades y hubieran  .Mi vida ha sido muy intensa y devastadora, he pasado por todo tipo de experiencias, violaciones, abusos y grandes decepciones, pero aún así vale la pena haber venido a  este lugar, donde todo es posible, aun estando en la más absoluta soledad, siempre existe ese rincón de paz absoluta.