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sábado, 31 de enero de 2015

Carlos, el cazador de serpientes (Venezuela, mon amour 2ª parte)

Esto lo hago mucho, el empezar una historia y retomarla muchos dias después, cuando ya nadie recuerda el principio y claro pierde todo el hilo y la gracia, y sinó, lo pierdo yo, para eso estoy, para recodaros que no estais solos, que ya no recuerdo dónde lo dejé (claro, hace semanas que lo escribí).
 Ah si, ya se (era tan fácil como buscar el escrito y releerlo, vosotros podeis hacer lo mismo, si eso) Bueno voy a empezar, que agonía de mujer....

Estábamos recién llegadas, Caracas,1997, pasamos la noche allí, la única noche, en un hotel, que obviamente, ni flowers de como se llamaba, seguramente el más barato de la zona y seguramente nos lo buscaron una pareja maravillosa, conocidos de mi hermano, él se llamaba José (acabo de encontrar una bolsa de papel para vomitar de esas q te dan en los aviones, en la que escribí su nombre), ella se llamaba Encanto (de ella no encontré nada asi que), gracias a ellos tuvimos un viaje en linea recta, íbamos bien, una excepción para contar a los nietos, porque por primera vez en mi vida sabía hacia donde ir (que no necesariamente sabía lo que me iba a encontrar) una pareja maravillosa, insisto. En esa época (ya sabeis hace casi 20 años) no era como ahora, si eras cibernauta, a parte de tacharte de friki tenías casa y amigos en casi todo el mundo, claro que en esa época eran cientos, no cómo ahora que somos millones. En fin, que mi hermano se puso en contacto con ellos y ellos nos ayudaron a centrarnos un poco, a ubicarnos, orientarnos y a saber las cosas básicas: noche, si es en la ciudad o la capital, caca, si es en la selva, mucha más caca; selva y sol, cuidadín, bueno cuidadín en todas partes porque el sol en Venezuela solo se aguanta en la noche cerrada, papaya buena buenísima, el jugo de papaya más todavía; gafas de sol atadas (quién tenga, claro), modos de viajar en Venezuela, dónde coger el transporte, cómo hacerlo del modo más barato, guagua diver, guagua eterna, en fin esas cosas, tan útiles y necesarias para dos "pringadas extrangeras"...  y nos acompañaron a la llegada y a la vuelta de nuestro magnífico viaje, durante el escaso tiempo que estuvimos alli en la capital, (donde lo que más recuerdo es que nos atiborramos de jugo de papaya y fíjate como es mi memoria que aún recuerdo comprar unos cocos y como íbamos Tere y yo con las caritas iluminadas de abrumadora felicidad sorbiendo los cocos, mientras nuestros ojos abiertos absorvian todo lo que podían mientras nuestros pies nos llevaban a ningún lugar en concreto, es lo bueno de estos viajes que no te tienes que preocupar que seguro que elijas la dirección que elijas habrás hecho una buena elección porque seguro que habrá algo que te sorprenderá . Y así pasamos el dia en Caracas. Lo empezamos desayunando en una magnífica plaza llena de terrazas, turistas y niños hambrientos y descalzos, nos parábamos en cada paradita de jugos (habian muchísimos) para tomarnos el jugo de papaya, yo me lo pedia siempre de lo mismo menos una vez, la vez de los cocos, nos sorprendimos, paseamos... y no recuerdo lo que hicimos para comer, se que por la noche quedamos con José y ??? que nos llevaron por ahí para cenar  Era una pareja tan maravillosa que sin apenas haber pasado unas horas con ellos a la hora de la despedida, lloramos los cuatro cómo si hubieramos pelado 50 cebollas al tiempo que masticabamos el chili más potente, en fin, mu exagerao, porque ahora, ahora no recuerdo ni sus nombres. Como tampoco recuerdo los nombres de los lugares que íbamos recorriendo, ya en aquella época tenía muy claro mi poca retentiva por eso iba escribiéndolo todo, lo que no contaba era con la pérdida de la libreta al volver a Barcelona, no retuve ni la libreta … vaya tela, así que allí se quedaron nombres, personajes, lugares y momentos irrepetibles (iba a escribir inolvidables, pero claro jajajjajjajajja), e incluso dibujos y alguna foto. Así que, haré lo que pueda. Lo único que me quedó claro es que él se llamaba Carlos.
Recuerdo la sensación de alegría y libertad permanente, cuando cogimos la guagua yo respiré profundo y se me cerraron los ojos y mis labios dibujaron una sonrisa, como si todo mi cuerpo ya supiera ... eso si se me quedó grabado- las gallinas dando por saco, eso, también lo recuerdo, y las gotas de sudor, que me hacian cosquilllas por la piel húmeda de mis pechos, (ahí empecé a iluminarme y a entender porque en esta parte del mundo es tan importante y están tan familiarizados con el sexo, joder es que todo acompaña, el calor, la modorra que te entra), igual que se me quedó grabada aquella niña que sonreía continuamente y no se le oyó ni una queja en todo ese largo e incómodo viaje, y no habló ni pidió absolutamente nada, nada en todo el camino, que grande esa pequeña! Cuando en una parada que hizo la guagua le compramos un helado de limón, se le iluminó la cara con una enorme sonrisa, que menos!, y también recuerdo la gracia que me hizo el helado en si, porque metían la limonada exprimida de un par de limones, agua y azúcar de caña en una bolsita de plástico transparente y lo congelaban así mismo (parecía un cucurucho de esos de chuches, pero solo de un color, “liso limón”- ahora ya me puedo hacer diseñadora de moda, me acabo de inventar un color absurdo dónde los haya-), mordías la puntita de la bolsita y ya! Si en los paises que nos hacemos llamar desarrollados fuéramos tan prácticos y nos facilitáramos la vida así, aaaish como cambiarían los conceptoss y las economías. Habrá quien piense, aish pobres, pero pobres nuestros hijos que tienen de todo y encima tienen acceso a una bolsa de chuches de las de verdad, es decir veneno puro, pero eso si, nos gastamos la pasta para rellenarlos de azúcar blanco (yo la primera, eh?), absurda idea que me viene ahora , que suerte ser tercermundista que no tienen acceso a muchas de las mierdas que aquí consumimos sin parar. No es irónica la vida no...
Paramos en Carúpano, un lugar dónde encontramos un hostal precioso para pasar la noche la puerta de la habitación era una cristalera corredera desde la que podias ver y como no, oir el mar, ahí fue donde tuve el primer orgasmo (en este caso, emocional, de los otros hablaremos más tarde, impacientes), en Carúpano (me imagino, me lo he inventao). Allí ya notamos el cambio brutal, dejando atrás Caracas ya la civilización quedó como concepto, como palabra que conociamos todos sin duda, pero que no volvimos a ver hasta que volvimos a casa.  Allí conocímos a Miguel (que tranquilamente podria llamarse Raul, Anacleto o Jose Carlos porque no recuerdo los nombres de los profes de mis hijas de este año, me voy a acordar del nombre de este chico...mira así de repente me apareció el nombre de Franklin, será así como se llamaba? allí habían muchos Franklin así que seguro que acierto) que nos llevó en su lancha a playa Medina, una playa preciosa, de ensueño, y nos llevó a un restaurante que supongo que sería amigo suyo y le traía a todos los turistas que podía….. (en este escrito todo lo supongo ya os lo digo ahora para no repetirme) (me repetiré tol rato igualmente cómo si lo viera). Bueno por dónde iba, ah si que Franklin nos llevó a todas partes, la verdad es que todo el mundo era muy amable no se si es porque nosotras pecábamos mucho de sueltas pero la verdad es que en todo el viaje no nos encontramos en ninguna sitación desagradable, ni ningún malentendido, allí simplemente eramos felices y descaradas pedíamos y se nos daba (bueno confieso que Tere era más valiente a la hora de pedir que yo) 
San Juan de las Galdonas, nos atrapó, fue mágico y fue una sorpresa que a mi personalmente me duró años, de hecho, ahora que encontré fotos y cartas de esa época no se si acabé de despegarme de aquello, creo que siempre lo llevaré en el corazón. Y ellos ya lo sabían, todos ellos decían siempre lo mismo.. Tardas en llegar a San Juan, hay quien no sabe ni cómo llegó, y las pocas personas que llegan físicamente, aún así, tardan en llegar, su alma tarda en habituarse, pero cuando por fin llegan, se quedan atrapadas, normalmente ocurre casi al final del viaje así que, allí estaban, 10 españoles maravillosamente atrapados en el único punto de Venezuela dónde la malaria arremetió con fuerza. Pequeña y curiosa minicolonia de españoles, habían 10 o 12 en ese pueblo tan pequeño, y nosotras conocimos a unos cuantos, Javier, el dueño de las tres carabelas, la posada dónde estuvimos Tere y yo, ese hombre era muy grande, en cuerpo y alma. Cerca de él se respiraba paz, como en toda la posada, jamás he vuelto a ningún lugar en el que se respirara tanta tranquilidad y despreocupación, bueno, una vez, hace un par de años cuando estuve tan enferma, pero ya nunca más. También conocimos a Carlos, el cazador de serpientes, (y yo debía de ser una,  porque me cazó al instante), llegó allí por evitar una inexplicable cárcel como objetor de conciencia (nunca he entendido estas gilipolleces sociales, pero esto da para otro libro así que no comentaré nada más), Freddy, que junto con Carlos compartían entre otras cosas, la artesanía local y el mismo habitáculo (a raiz de este escrito me he enterado que Freddy volvió a España y murió, según parece tenía Sida, pero nunca  se le desarrolló, hasta que llegó aquí (tampoco diré nada sobre este tema porque ya sería extenderse demasiado y abriría otro punto importante de debate que aquí no pinta nada), es decir, ya hablaré de las p. farmacéuticas en otra entrada exclusiva para ellas, que se lo merecen jjejjejjejeje. Una pareja, que creo que eran gallegos, pero no los recuerdo, ni a ellos ni a sus nombres, Y otro par más, Nacho (que creo que era de Guipuzcoa o cerca, llevaba gafitas y unas historias me lo estoy inventando fijo jajajjajajaja,  y Eduardo (que parece ser que era sobrino de Javier (hablar con Carlos me ha ido muuuu requetebien para refrescar ciertos nombres y entrelazarlos con sus caras),  fue una de aventura digna de “amanece que no es poco” , había un chico venezolano pero que no recuerdo si era Eduardo.... ni flores.. recuerdo a la negra, que hacia el trabajo sucio, lavaba, cocinaba, servía en la barra, hacia las habitaciones, y flipaba con nosotros, supongo (también Carlos me ha chivado su nombre) Chalía se llamaba y se seguirá llamando, lo que dudo es que lo haya escrito bien. A veces traían cubos llenos de pescado fresco, recien sacado de ese mar que teniamos zozobrando a nuestro lado, nosotras pagábamos una miseria a la niña por el cubo y la negra que se llamaba Chalia (gracias Carlos) nos lo cocinaba. Tenia 11 hijos y todos de distinto padre, pero eso no se si era ella o otra mujer., ya se me escapan muchas cosas.
Ah!,El chico que se enamoró locamente de Tere, fue muy romántico, la verdad. Estábamos sentadas en la mesa de la fonda comiendo y esperando el pescado, pero en vez de pescado, Chalía nos dejó una flor encima de la mesa, y cuando estaba a puntito de puntualizar que en España cuando decimos pescado nos referimos a un animal que nada en el agua, ella nos señaló con una sonrisa hacia la puerta forjada que daba a la calle, y allí asomada se vió su cara risueña y algo turbada, por la vergüenza del momento supongo, se llamaba X  y se hizo una casa con barro y culos de botella en la playa, alucinante, la verdad es que cuando entrabas te debas cuenta de que práctico y funcional era eso de las botellas, sobretodo en los días frios porque en aquella casita no pasabas frio ninguno,  él y Carlos nos llevaron a sitios paradisíacos, alucinantes, dónde no había ni un alma, y nos poníamos desnudos al sol, un dia quiso hacernos una demostración de sus habilidades (supongo que es ese instinto animal que nos vence a todos, sobre todo a ellos, que en un subidón de testosterona les entra aquella necesidad imperiosa de ganarse a la hembra demostrando de lo que son capaces) y se subió a un cocotero altísimo para bajarnos un par de cocos, y nosotras, desde abajo babeando, claro, pero lo que no esperaba nadie es el avispero que había mimetizado entre dos cocos, así que imaginaos que momento...un hombre subido a un tronco de 10 metros con la única sujeción de sus brazos y sus piernas, evidentemente sin ningún tipo de seguridad, a pelo, no se podia soltar para defenderse de aquellas enormes avispas caribeñas (hay quien dice que son tan enormes que van con chupa de cuero y gafas de sol y si no las llevan es q han estado en Caracas y se las han pispao) total que le dejaron la cabeza fina. Y supongo que la adrenalina que despedimos los cuatro con el suceso fue de órdago, porqué, obviamente, importancia no le dimos ninguna, Carlos y yo acabamos follando como salvajes en una minigruta que encontramos en esa playa, pero mini, mini, que solo cabíamos estirados y si era uno encima del otro, si no, nanay, pero de salir corriendo a buscar ayuda o ir a la civilización, al lugar más cercano dónde socorrer a X, ni modo, si allí se estaba arrechísimo (esto lo acábamos diciendo Tere y yo jajajajja, no se decía nada más en Venezuela).

Siempre pienso que hubiera sido de mi vida si hubiéramos comprado el cafetal que nos ofrecieron por un precio irrisorio y si hubiéramos contestado afirmativamente a la llamada de la selva, y si nos hubiéramos ido a vivir a la isla de Coche y si hubiéramos montado el hotel alternativo que soñábamos construyendo una choza enorme, como una churuata (que es como le llamaban a las chozas indígenas) las hacían con palos, aneas o espadañas, palmas cañas de bambú, paja, etc(vamos que era fácil hacerse una no? toda la materia prima estaba a nuestro alrededor y con ayuda de X que era un experto. Entre infinidad de“Y si hubiéramos” quedó un regustillo amargo en nuestras entrañas, por lo menos a mi no me sentó bien abandonar aquel lugar, ni al hijo que llevaba dentro. Aquella fue la primera vez que ignoré la música celestial que sonaba en mi interior, pero no la primera vez que me decepcionaba a mi misma, ni mucho menos.

Recuerdo también, atardeceres en el cementerio, no se porqué íbamos allí, por la quietud supongo, o según recuerdo para romperla porque nos pasábamos el rato muertos de risa, que mejor sitio q en un cementerio jejejjeej, con Nacho (que mayormente era el detonador de las superhistorias que nos hacían reir) Tere, Freddy, Eduardo, Carlos y yo. Eran los momentos de quietud, de calma, susurros y confesiones, aunque las risas habitualmente rompían ese amusoleo de paz.

Y también recuerdo estar con Carlos en su casa, en la hamaca, la lluvia torrencial caribeña, que es muy escandalosa pero dura poquito, (eso me recuerda a algunos gallitos españoles, ahora que pienso, jjjj) y la puerta que no paraba de sonar ...y yo le miraba con cara de interrogante porque no hacia ningún amago de levantarse a abrir y el me contestó adivinándome, con esa risilla pícara 
-No contestemos, vale? Siempre es así cuando llueve...
Carlos es músico, cuando lo conocí tocaba la guitarra y componía sus propios temas. Y claro, imaginaros a una chica recibiendo de su amante salvaje, rebelde  y de corazón tierno, una canción dedicada, mi cara era un poema y en ese mismo instante acabó de confimarme lo que andaba sospechando, me robó el corazón. La canción tenía el título de Tu eres una princesa Maldita y la escribió en una cuartlla propagandística de un depurativo natural, vamos un laxante y no veas con la propaganda "LA MUERTE PUEDE COMENZAR EN EL COLÓN" , pero a mi eso me dió exactamente igual, en eses momento no había nada más romántico en el universo que ese trozo de papel... Y me nombró reina por un día (no se si eso es bueno o malo, ahora me ha venido ... con lo antimonárquico que es él, y supongo que la república le molaría mucho más no?
...  Y recuerdo nuestros viajes en lancha, cuando fuimos a Santa Isabel dónde vimos las cascadas de agua dulce que dan al mar.
Y la selva que se nos llenaron las piernas de sanguijuelas . Y la primera vez que a Tere y a mi nos pilló por sorpresa la llegada de la noche en plena selva y cómo automáticamente con la caida de la luz, simultaneamente se elevó el sonido de la selva, bestial, bestial y abrumador, se me eriza la piel solo recordándolo.
Acabo de hablar por teléfono con Carlos, que esto no lo he contado, pero me parece digno de mención, curioso más que nada y quien crea en las señales....
Todo esto empezó a partir de unas fotos que encontré. Fueron un detonante brutal de recuerdos, y viendo las fotos iba recordando aquel viaje, que para mi fue de los más grandes y brutales que he hecho, por no decir el más brutal. Porqué me llenó tanto el alma, me despertó los 5 sentidos, me lleno los ojos de imágenes maravillosas, allí empece a respirar a pleno pulmón, tanta abundancia junta, aromas, colores, incluso las brisas había tantas diferentes que las podias diferenciar, pero lo más importante es que allí fue el inicio de mi búsqueda interior, ahí puse un piececillo en la consciencia universal, allí empezó todo, pero solo ahora me doy cuenta, total que entre ese montón de recuerdos, fotos, cartas y demás, había una agenda antigua muuy gorda. Y la abrí pensando en ver su número de teléfono al mismo tiempo que pensé qué absurda eres, maja. Pero no solo estaba el número, sinó que la abrí directamente por la página dónde su nombre estaba ahí sonriéndome. Llamé sin pensármelo y cuando sonaban los tonos me vinieron toooodas las dudas y preguntas sin respuesta. Cómo va a tener el mismo número? Igual con suerte es el de casa de sus padres...Y si me contesta él, quién le digo que soy? Se acordará de mi? Han pasado 17 años... Y me contestó una mujer....

Y sigo otro ratito porque son las 7 d la mañana y voy a flipar iba a decir mañana 
PERO ES HOY CUANDO VOY A FLIPAR!