Vistas de página en total

martes, 4 de febrero de 2014

Laura

Ahora que he escrito algo para Sergio, me apetece colgar esto, que escribí hace muchos años (No recuerdo cuantos), Perdóname Laura, te quiero mucho y por eso no me apetece recordar cuando te fuiste....lo siento,  y gracias.

Vivió cuarenta primaveras de crudo invierno, con pedacitos de otoño suave y algunos retales de estación cálida y se fue sin despedirse, se fue con prisa, pero curiosamente acortó las distancias de su tierra y de su pasado antes de irse. Dejó su huella marcada a hierro fundido. Y ahora nacen los recuerdos de esa mujer, superviviente, amante, luchadora, solitaria, que atacaba de frente con una enérgica sonrisa, las heladas, las tormentas y las erupciones volcánicas.....
Pero a veces el miedo gana batallas imposibles.
Cuando la vi por última vez, me recreé buscando los años que supuestamente se habían apoderado de ella, pero difícilmente le hubiera echado más de treinta, parecía una mocosa con mirada de vieja, y por un momento deseé ser tan bella en estado puro, sin trampa ni cartón. Recostada en el sofá con el cabello despeinado, el pantalón de chándal y una camiseta apolillada, y aún así emanaba tanta belleza… Y me recordó a mi misma cuando sus labios dibujaban una sonrisa explicando el sufrimiento de largos años de encierro emocional, atrapada en un sinsentido, encerrada en una trampa de la que consiguió salir, pero de la que perdió diez años de su vida, irreversibles e irrecuperables.
Me entristeció su autoengaño al encubrir la razón por la cual no quería tener hijos, por ser un pájaro libre sin tierra de destino, dijo. La dulce uruguaya que aterrizó en Barcelona con un saquito de esperanza hace dos décadas y se quedó atrapada. No se donde estaré el año que viene, ni el otro…No tardó ni dos semanas en dejar estas tierras para siempre, pero sigo sin saber su destino, porque yo no creo en cielos ni en infiernos, y no se donde vamos cuando se nos apaga la vida. Pero dejó este mundo por culpa de aquel hijo que ella nunca quiso tener. Porque 20 años atrás alguien le sugirió que era peligroso tenerlos, ella no tenía derecho a ser madre, era un bicho contagioso. Por eso se sorprendió cuando después de un período eterno sin vernos se encontró con mi hermana que llevaba a mi hija de la mano, cuando supo que era mía, tuvo una sensación agridulce, se alegró y se llenó de ternura al verla, y le removió las entrañas su propia limitación. Ella engulló hasta lo más profundo su pena, cambió de amigos, de barrio, de ánimo, para enterrar esa pena que acabó engulléndola y enterrándola a ella. Nunca se lo dijo a su pareja, ni a sus nuevos amigos. Nunca se dio a si misma la mínima oportunidad... Te quiero y te llevo profundamente en el corazón.