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miércoles, 3 de diciembre de 2014

Juan Conmiedo (El hombre que se enamoró de la luna 3)



- Pero porqué tienes tanto miedo Raul?
- Jolín porque está muy oscuro y no hay nadie.
- Pues si no hay nadie ... de que tienes miedo? Además hoy hay una luna preciosa, de oscuro nada, tendrías que estar agradeciéndole que nos ilumine para no caer en el agua y podernos acomodar estupendamente, no crees?
- De verdad sueles venir aquí tu sola? No he conocido jamás a nadie como tu, eres única, quizás hayan cinco o seis personas en todo el mundo que se parezcan a ti y digo quizás y digo "parezcan", porque iguales lo dudo mucho. Simplemente no puedo creer que me haya tocado a mi,  el conocerte.
Me pareces una mujer increible, tu valentía, como afrontas la vida, con tanta soledad y tanta alegría juntas y solo tu sabes convertirlas en compatibles,  tanto sentido del humor ...
y como lo llevas todo, y lo que más sorprende de tu persona es como siendo tan mundana puedes ser tan espiritual y por cierto, te agradezco que me hayas dejado acompañarte, que no me hayas dejado solo, eso te ha hecho tan especial para mi, porque otra persona me hubiera mandado al carajo.
- Bueno, ya vale Juan, creo que ya te estás pasando un poquete, no?
Y entonces silencio apareció y le acompañó mi engreida vanidad  que se paseó por mi cabeza y dijo: Ya? Ya está? sigue hombre, sigue, sigue regalándome las orejas que me estaba gustando, jo... y entonces me di cuenta de qué pintaba él aquí. Había venido a mi vida para embadurname de lisonjerías, para regalarme los oidos, para hacerme grande y lo curioso fue que lo agradecí, acepté el regalo con el corazón abierto de par en par, toda la vida he intentado esquivar todos los halagos, lisonjas, adulaciones, alabanzas que me mandaban directamente al corazón, y mi corazón viéndolo venir se cerraba a cal y canto  para abrír la caja de las risas y los sarcasmos, siempre evitando que ni le rozaran, y ese día por fin agradecíó que se me describiera de forma tan dulce (y tan exagerada en mi humilde opinión) y agradecí también que me llegara al corazón sin esquivar nada, sin cerrar nada, creyéndomelo todo y creyéndome merecedora. To pa mi, to pa mi!.
Y llegó el momento de dormir:
- No voy a poder dormir, estoy nervioso, tengo miedo, es imposible que me duerma. Prométeme que si me duermo no aprovecharas para largarte y dejarme aquí solo.
- Pero qué dices? Te lo prometoo. Venga, duermete ya! pesao!
Y para que le dije nada, no tardó ni 5 segundos en roncar a una potencia que me pareció que el mar calmo empezó a temblar en la superficie al ritmo de sus ronquidos, qué barbaridad! Menudo búfalo agonizante. Intenté por todos los medios ignorar esa apisonadora estruendosa que tenia a 5 cm, y conseguí 20 min. más tarde, mirando a la luna y relajándome lo suficiente para conseguir que aquel sonido se convirtiera en un dulce compás que me traspasaba el pecho, pero por lo menos no chocaba contra él. y lo conseguí!  y lo sustituí por mi respiración.
20 minutos me costó pero lo conseguí...
- Silvia,  Estás aquí! Estás durmiendo?
Mierda, estaba, si. - Que ocurre?
- Nada que, como te dije, no voy a poder dormir, me voy a pasar toda la noche en vela...
. Pero Juan si me he pasado 20 min deseando que dejaras de roncar para poderme dormir como me puedes decir que no puedes dormir SI RONCABAS COMO UNA LOCOMOTORAAAA, y además me parece muy bonito que me despiertes para decirmelo, así seremos dos!
Qué noche de San Juan....
Pero por fin me dormí sin que nadie me despertara, me despertó el maravilloso amanecer que habia frente a mi.

"Juan Conmmiedo" Formentera. Una noche de Agosto en la Savina 2014.








Y llegó el momento de despedirse, yo iba al puerto donde se hallaba el ferry que me llevaria de vuelta a Ibiza. Él no se donde narices iría, ni que planes tenía, seguramente conocer a alguien que le hiciera compañia el resto del viaje. Así que lo desperté para avisarle de mi marcha y el de un brinco se levantó y me preguntó a dónde iba y al segundo reaccionó y empezamos a hacer lo que el más amaba (sobretodo por la mañanita temprano), andar. Me acompañó hasta el puerto y me mandó callar cuando intentaba decirle que no hacía falta que me acompañara porque me habia dicho la noche anterior que le horrorizaban las despedidas, así que pensé que no le apetecería decirme adiós
Llegamos al puerto y nos dió tiempo de sobra para acicalarnos en los baños públicos y despedirme de Rosa, la camarera de la cafeteria, maja que es la condená!
Y ya estaba respirando los últimos minutos en Formentera... cogí la mochila y empezamos a andar hacia el Ferry. Juan que se llamaba Raul (jejejeje, pero por exigencias del guión...) Tenia los ojos tristones y le di un abrazo de oso, y me pareció ver como asomaba una lagrimilla en su ojo derecho, así que pensé en dejarlo ir antes de que se me derrumbara allí mismo aquel bebé grandote. Me pidió que me apuntara su número antes de subir al ferry, para que lo llamara y le diera mi dirección para pasar a verme.  Así que se lo di junto con un beso y subí a la pasarela, antes de entrar al barco me giré para despedirme por última vez pero,  ya no estaba.