No paro de encontrarme reliquias últimamente, mis escritos parecen setas!
Querido
queridísimo,
No
se que decirte para que entiendas lo que siento. Estoy aquí
escribiéndote y el agujero negro que tengo en el abdomen no me deja
respirar. En él tengo mis sentimientos enlatados al vacío y
necesito un abridor para que salgan y se dispersen a mi alrededor,
necesito que salgan para poder mirarlos cara a cara, para poder
enfrentarme a ellos, para que mi mandíbula se relaje y deje de
dolerme la sien, porque a veces mis miedos se esconden y no se dónde buscarlos, a veces se esconden en el bajo vientre, y no consigo
identificarlos ¿De que color son mis sentimientos? ¿A qué huelen?
Lo
que si recuerdo es a lo que hueles tú. Recuerdo toda tu esencia, y
mi piel se eriza, y mis pezones se endurecen como por arte de magia y
mis labios se quedan entreabiertos, mis piernas se abren y mis bragas
se humedecen, pero esa sensación es puro sexo, es atracción fatal
¿Y el amor? ¿Dónde está? ¿Estuvo alguna vez? ¿Seguirá estando?
Llevas
dos meses fuera del piso, fuera de mi cuerpo y fuera de mi vida, y
dejaste este gran agujero negro al que no consigo pintarle una
segunda capa, aunque quisiera, no se que color usar, el blanco para limpiar estos horribles restos, o de
color verde para esperarte, o de marrón para echar raíces, o de
rosa para enamorarme aunque sea de otro, el negro gana, el negro se
queda y yo parece que desaparezco lentamente, y nadie se da cuenta. Y
no se si quiero que nadie se percate de que me estoy difuminando. No
se si quiero que nadie sepa que estoy sufriendo, y además que estoy
sufriendo por ti. Aprendí a no sufrir en voz alta, y de tanto grito
susurrado se me ha quedado el alma afónica y la alegría
ensordecida. De tanto gritar en voz baja no me oigo y casi no me
conozco. Parece que solo te quería a ti, y al irte te llevaste todo
el amor que te di, pero te dejaste aquí el dolor, y tu olor que está
esparcido por toda la casa y un agujero negro que me absorbe, que me
succiona, que me atrae y me aleja de la felicidad y de la tierra.
Me
dijeron que existe la vida sin miedo, pero yo no les creí. Me
dijeron que vivir dejaría de doler, pero tampoco les creí. Y mi
familia me dijo que me quieren tanto que les duele, pero no me
importó, porque hubiera cambiado su amor incondicional por una tarde
contigo sin regatear, porque vendí mi alma por quererte y perdí. No
sería capaz de morir de amor por miedo a que eso supusiera no verte
más. Estoy atrapada, estoy atrapada en mi propia desidia, en mi
propia obsesión, pero no me atrevo a preguntar por donde se sale,
porque no creo en mi misma, porque no creo en nada que no seas tú.
Pero
hoy es el último día que te regalo. Mañana te dejo, te cambio por
una vida propia, cambio tu recuerdo por un futuro con vistas, cambio
tu abandono por mi renacimiento, cambio el olor de mi angustia, el
olor a cerrado por la brisa de una ventana abierta frente al mar.
Definitivamente elijo ser feliz.
Nunca
más tuya,
Mía
Mor
P.D.:
Pero que si quieres, me llamas y lo hablamos.
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