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lunes, 17 de julio de 2017

Lo confieso, soy culpable, he vivido

He dejado un tiempo prudencial, igual no el suficiente,para dejar ir todo lo que pasó y verlo con mayor perspectiva, jamás se resolverá de forma matemática, la vida  no es numéricamente exacta, quizás a base de integrales, curvas, fracciones, ángulos de depresión (empiezo a tener una, creo), permutaciones, probabilidades y diagramas de dispersión(eso, eso de eso tengo, un 98%  he dejado un 2% por aquellos segundos acumulados de mi vida que vi algo con claridad, que estoy segura que los ha habido y si no los ha habido es un regalo que me hago a mi misma, qué pasa? Con todo ello teniendo en cuenta las variables, podríamos acercarnos a una probable solución al problema, pero eso es lo máximo que conseguiríamos y no estaríamos ni a mitad de camino.
Esto no empezó en Noviembre ni en Diciembre del pasado año, empezó seguramente mucho antes, incluso me atrevería a decir que ya cuando aún no había nacido, estaba dibujando las constantes de mi vida antes de empezarla. Recuerdo que en una ocasión fui a un terapeuta que hacia algo parecido a conectar dos puntos de tu cuerpo y se llamaba algo así como terapia de polaridad,  (en esta vida me queda poco por probar, creo). Pues a pesar de que fui un poco escéptica (hubiera ido más escéptica si hubiera sabido a dónde iba y lo que me iban a hacer, porque en esa época no estaba tan "puesta" (por decirlo de algún modo) como ahora, evidentemente, dentro de unos años estaré más aprendida que ahora y así sucesivamente, no hay que dejar de aprender, ni hay que sentirse satisfecho con lo que uno sabe, seguro que siempre hay más y más, a medida que uno se adentra en un concepto o una idea o teoría nueva, descubres que eres un novel en la materia y así, con deseos de saber más es como concibo la vida y como a mi me gusta vivirla, continuamente sentirme super ignorante y tener ganas de más (aunque hace 30 años no fuera a la universidad por falta de nota,jeje). Y a parte de todo eso, intento cada día desprenderme de ese ego que me ayuda a distorsionar mi realidad, menudo cabrón, me tiene loca perdida.
a M lo reencontré después de muchos años, más  de 20 seguro. Eramos amigos en la época de transición cuando hacia 4 días que estaba prohibido hablar o estudiar el catalán, de hecho a mi no me lo ensañaron en el cole hasta los últimos cursos. El era muy,  pero que muy catalán y muy, muy antisistema, del grupo de amigos, el era de los más peques y los más liantes. Y yo, pues no me lo esperaba y me pilló en bragas (y no eran de estreno, seguramente eran esas de la goma dada que todas nos guardamos "para esos días"), en un momento en el que yo me suponía ya preparada para abrirme al mundo exterior y dejar sin miedo mi zona de confort, aquella zona donde tus sentimientos y sensibilidades estaban a cubierto y con el acceso restringido, solo apto para... nadie o  por lo menos nadie del sexo opuesto, vamos que ya estaba lo suficientemente fuerte y experimentada y que las cosas ya las veía venir de lejos, después de las experiencias, horrendas a veces,  que me habían hecho crecer como persona (no se que mediría por aquel entonces pero espero que más de metro veinte) y creía yo, (animalico) que ya nada ni nadie me podía hacer daño, después de 6 o 7 años, creí que ya era tiempo más que suficiente para empezar una nueva vida con vistas, sin rencores, sin traumas disecados en el corazón que estaba  preparada con la tranquilidad del que ha pintado de negro las ventanas del recuerdo y reconstruido las paredes del corazón con un sano rosa y rojo, (esa mezcla de colores solo yo la puedo hacer, abstenerse de hacer nada parecido en casa solo y sin el asesoramiento de un profesional y mucho más recomendable, contratarlo, si salís de casa.)
Pues justo en ese momento de mi vida, cuando llevaba muchos años limpiando los escollos que me partieron en pedazos, cuando ya creí limpiarme y sacarme brillo del trauma de mi ex, justo entonces, apareció, pero no lo vi venir. No sospeché cuando insistió en quedar conmigo para ir al cine, y tampoco sospeché cuando en vez de mirar a la pantalla siempre lo pillaba mirándome a mi (Ahí empecé a ser como la chica que aparentemente había dejado atrás y en vez de pensar nada bonito yo pensé "Si, ¿qué pasa? me ha crecido la nariz desde la última vez que nos vimos,  si. Han pasado 20 años, que esperabas?. Tu tampoco estás como cuando peque, ahora estas mucho más....  bueno. Mierdaa!". Ya definitivamente no me quedó otra que sospechar cuando, con la excusa de ayudarme con la decoración del local que tenía en esa época, el Melody Pop, (algún día hablaré de ese antro porque tampoco tiene desperdicio) vino a casa y se quedó durante horas, hasta ahí lo encontré todo normal, fotos de hace 20 años, recuerdos de una juventud loca (pero que muy loca), y así nos pasó el tiempo volando, volando sobre los recuerdos de nuestra loca juventud, hasta que le recordé que el se tenía que ir porque tenía un hijo al que despertar y llevarlo al cole, y yo también tenía una niña que ídem, así que teníamos que dejarlo ahí, (no recuerdo en los 49 años que he vivido, ser tan responsable, gilipollas si que ha sido una constante en mi vida pero, responsable...., ¿porqueeé?, ¿cuando iba a tener una oportunidad como esa? Ni en 4 vidas, ya te lo digo yo. Y la despedida en la puerta fue larga, muy larga, demasiado larga, de hecho, era como una historia mala de Corín Tellado. Simplemente abrí la puerta y le dije adiós y le di un abrazo. Lo que no esperaba es que él me apretara y lo alargara tanto, tanto que me dio tiempo a pensar en lo que iba a hacer de comer al día siguiente, y si ya tenía la bolsa preparada para el cole de Mía, o lo que pasaría cuando nos separaramos.  Pues ocurrió que me cogió la mano y sin soltarla hizo como que se iba pero no, aunque el chico estaba de muy buen ver y supongo que me quedaba dentro una sensación añeja de vieja complicidad y amistad, me entró entre nerviosismo y agobio por la situación un tanto ridícula que afloró en ese instante, lo sobreactuado del momento. Ni decir tiene que en esa época, precismente, yo andaba muuuuy falta y con sensación de que no valía ni para restos para echar a los patos,  es que, entre los dientes peleados que los llevaba entre rejas, y que llevaba encima varios años y 10 kgs sin fumar, si vas sumando.... realmente las probabilidades de que yo pillara cacho se reducían a un número infinitamente minúsculo,seguramente ni en nanotecnología habría una palabra que describiera algo taaaan pequeño. Eso me quitaba un peso de encima porque vivía con la certeza de que nadie en su sano juicio  se acercaría a mi y por lo tanto ya no cabía el estrés emocional con el que solía vivir los pavoneos previos para ligar (de hecho yo nunca fui una experta precisamente en ese aspecto tan importante de la vida, con el que se supone que nacemos) con esa necesidad de gustar, para facilitar la danza del cortejo con el consiguiente apareamiento, de hecho me salté algunas pautas necesarias para ese desaguisado que llaman cortejo, no he sido nunca muy presumida, de hecho ha habido épocas muy breves en las que me he puesto abalorios, pero en general ni pendientes, ni pulseras ni collares, y con mi tendencia a tapar mis pechotes, cuando adolescente, con un complejo terrible. Pero en este momento del que hablamos, una gozaba de una liviandad y ligereza extremas.
Pues aún así, sorprendentemente, no pasó nada.
Cuando se deshizo ese abrazo de tan eterno, incómodo, me atrevería a decir, no acierto a vislumbrar como acabaron mi mano y la suya cogiditas mientras él parecía distanciarse, pero no, como en cámara lenta, mirándome fijamente, haciéndome "ojitos" ya llegó un momento en el que dudé si soltarme de su mano, por temor a que llegara a la planta baja rodando por las escaleras. Y en ese momento que, para mi gusto, fue demasiado largo, hasta para una mujer necesitada como era yo, (en ese sentido yo era mucho más práctica, parecida al personaje de Big Bang Theory, Leslie Winkle, pero no tan segura de mi misma, vamos, ni por asomo.
Pero todo eso que me pareció, estresante, incómodo, ñoño, melindroso y remilgado, cuando cerré la puerta tras de mi, no pude más que apoyarme en ella, y gritar en silencio, o sea gritar pa dentro (porque claro la peque dormía), porque no me podía creer lo que me había pasado.
10 minutos me costó recomponerme y acostarme para seguir con mi cotidiana existencia.

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