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miércoles, 18 de febrero de 2015

Hemisferios

Hoy cayó en mis manos un libro, como siempre me pasan las cosas últimamente, con  naturalidad, porque si y porque si no hubiera sido en este momento, a lo mejor en otro no lo hubiera ni rozado con la mirada, y como no, mi tata, mi alma gemela, fue quien me lo hizo llegar. Un dia cualquiera,  de los poquitos que quedamos para que nos de el sol en la terraza de cualquier bar, junto con Christian, otro ángel que me mandó la vida (si es que tengo una suerteeeeeee) porque el lugar no importa, ni siquiera el dia, lo que importa es la compañia, obviamente. Y siempre que quedamos parece que lo hagamos para oirme hablar, porque, sinceramente, no hay manera de hablar de otra cosa, ni que sea de ellos (como si al callarme desapareciera, jolin, por el amor de dos). Recuerdo ese día porque era uno de esos de invierno donde la sensación de calidez se multiplica por eso de que es invierno y en invierno se supone que no se vale, no se espera, es una excepción a tu fría existencia, esa maravillosa sensación suave que te envuelve de palabras como fácil y gracias, porque es cierto que en esos momentos parece que todo, todo, tiene que ser fácil, con la cara al sol (perdón, eso ha sonado desagradable, no?) los músculos se relajan, tus mandíbulas ya no están tensas, tus problemas se disolvieron con ese calorcito de una mañana de invierno que tendría que ser azul pero se tornó naranja, rosa, amarilla, pero no azul.  Pero no fue hasta hoy que lo vi en la estanteria y empecé a leerlo con curiosidad, y cuantos libros que me trajo la tataaa! Y estoy loca de curiosidad y con unas ganas locas de abrirlos todos porque ya abrí el primero al azar y me he quedado helada....
Trata de un mujer que sufrió una apoplejía (derrame cerebral) masiva que le dejó el hemisferio izquierdo temporalmente dañado y, según sus propias palabras, le permitió pasar al derecho. Y me ha sorprendido todo, incluso el titulo del libro que habla de su experiencia: "Un ataque de lucidez: un viaje personal hacia la superación". Fue capaz de observar todo lo que le ocurría mientras el hemisferio izquierdo dejaba poco a poco de funcionar. Durante esos instantes pudo pasar de una realidad a la otra: las dos distintas conciencias de los hemisferios del cerebro. En el estado del hemisferio derecho se sentia eufórica , y experimentó lo que ella llamó el nirvana (el sentido de todo está intimamente interconectado y la inefable sensación de una profunda paz y conexión con un inmenso campo de conciencia compasiva)
Y ahí es cuando me he quedado helada, porque eso fue lo que me pasó a mi pero nunca lo supe explicar...(No lo del derrame, se entiende, sinó la sensación de profunda paz , lo que llamó el nirvana, que guay con lo que me gusta ese grupo!) Supongo que mi cerebro como andaba dañado con demasiadas lesiones la sensación fue la misma, porque perdía funciones poco a poco mientras otras se hicieron mucho más perceptivas, las del derecho que es el lado de las emociones.Y entonces entendí porque desde que estuve tan malita siento tantas cosas y las siento de manera desorbitada, y siempre voy con la piel de gallina, siempre hay una excusa, mirando al cielo, los atardeceres brutales, los amaneceres (estos, últimamente son más difíciles de ver, lo confieso, estoy otra vez en fase dormilona) veo las cosas que siempre han estado ahí y me he pasado 40 años pasando de ellas y ahora me hacen llorar, no entiendo como he podido ignorar todo este tiempo todo lo que me rodea con todo lo que me hace sentir ahora, cómo me he podido perder tanta belleza, tantas sensaciones, tanto amor...,


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