Este escrito lo escribí hace ya unos años, y es un escrito "superviviente" . He estado a punto de borrarlo cientos de veces pero no lo he hecho, me lo encontré hurgando en mi ordenador cuando lo iba a "limpiar" para dárselo a mi hija. . Lo encontré hace ya un tiempo pero cada día lo cuelgo y lo "descuelgo" porque hay días que no lo soporto y días que no lo entiendo, porque ahora estoy viviendo otra cosa, no entiendo la soledad como un problema, sino como una necesidad. Ahora estoy felizmente sola y felizmente acompañada por mis amigos, aunque no los vea, los noto rozando mis anhelos, porque ha quedado lejos ese sentimiento de Soledad con mayúsculas. Bueno decidí hace ya días no juzgar mis escritos, ni juzgarme a mi misma por encima de todo, así que lo cuelgo todito todo y este no iba a ser menos, así que por fin ha llegado el día que he decidido "colgarlo" porque hoy lo he vuelto a leer y me ha parecido la cosa más ñoña que ha parido madre, pero hoy me lo permito. Hoy soy feliz. Aunque no os lo parezca hoy he dado un gran pasito.
Querido queridísimo,
Querido queridísimo,
Llevo un buen rato buscando en el tocador de mi
habitación, pero no hay manera, no consigo encontrar mi inestimable
y hasta ahora inacabable paciencia. He buscado ya por toda la casa y
el tocador era mi última esperanza.
La perdí ayer, un
domingo lluvioso y especialmente tórrido. Decidí no quedarme en
casa e ir al cine, Era un domingo que amenazaba con tormenta y no
hablo precisamente del tiempo. Y así resultó, resultó ser uno de
esos domingos jodidos, emparejados, dolorosos para los “sinpareja”,
un domingo de hurgarte en la herida, un domingo solitario por
excelencia, bajo y encharcado, y no sólo porque llovía, sino porque
te hacía sentir la lluvia en lo más profundo de ti mismo, oler tu
húmeda angustia, y notar el tacto áspero de la tierra abandonada.
Solo se veían parejas,
cientos de ellas, hasta los perros iban de dos en dos, y solo para
recordarme cada segundo que yo iba sola, SOLA con mayúsculas, con
letras de neón De repente todas las personas que estaban paseando
por la calle posaron su mirada sobre mi, y empezaron a cantar y
bailar, todos me cantaban a mí, a la que estaba “SOOOOLA,
MIRAAAAALAAAAA LA POBREEEEEE QUE ESTA SOLAAAAAAAA” rodeándome y
sin dejar de cantar y bailar, y no faltaba nadie en mi musical:
pareja número uno besándose bajo una farola, pareja número dos
paseando al perro, pareja número tres paseando al niño, pareja
número cuatro paseando a secas, pareja de guardia civiles de la
mano, pareja de parejas y por supuesto no podían faltar la pareja de
ancianitos modelo “llevamossesentaañosjuntosycadadianosqueremosmas”
ni la pareja en tándem, en fin, la calle entera alborotada y llena
de paraguas en movimiento. No hay para tanto, pensé, cuántos
darían lo que fuese por tener un domingo por la tarde para ir solo
al cine, sin niños, sin el “cónyuge” (palabra fea donde las
haya), solo necesitas tus ojitos lindos para ir al cine ¿no? ¿Desde
cuando para ir al cine tienes que usar los ojos de otro, eh?
Empieza a molestarme que
en todas las ocasiones en las que pido la entrada para el cine
siempre me den dos -¡Perdona solo te he pedido una! - Aaaay, ¿sólo
unaaaa? Comentario siempre acompañado por esa carita de “pobrecita,
animalico”. Y, por supuesto, todos los de la cola y las chicas de
la taquilla se pusieron a cantar “SOOOOLA, MIRAAAAALAAAAA LA
POBREEEEE QUE ESTA SOLAAAAAA”….Que “jartura”, de verdad. La
peli estaba bien por eso, algo es algo, mucha risa pero por dentro,
extrañamente no he exteriorizado ni una triste sonrisa, claro que si
empezamos a analizar el asunto todo tiene explicación. Quizás el
estar rodeada de un grupo del Imserso no daba pie a la concentración.
A mi derecha tenía a un señor mayor, pero que muy mayor en
dimensiones, su mujer que era muy delgada le dejaba parte de su
asiento para los michelines que no le cabían en el suyo propio. ¡Qué
barbaridad! Pero era un hombre sin complejos, es más, le encantaba
su propio cuerpo, vamos le gustaba mucho, pero que mucho, porque no
paraba de tocárselo el tío. Yo, de los nervios. ¿Y si se le acaba
el cuerpo y empieza con el mío? El tipo de mi izquierda había
envejecido mal a mi entender, su halitosis se extendía por doquier a
norte, sur, este y oeste del cine, ¡era algo tremebundo! Algo falla
en esta vida que nos ha tocado vivir, ¡¿Cómo es posible que
“halitosisman” y mister “tomelotoco” tengan pareja y yo no?!
Allí estaban esas mujeres desprovistas de todo criterio o sentido
común, y una de ellas también tenía el olfato atrofiado, sino, no
se entiende. Imagínate mi estrés cuando venia algo verdaderamente
divertido, halitosisman soltaba una risotada y yo llegaba a un
extraño estado de embriaguez, creo que hasta llegué a ponerme
bizca, así llegué a convertirme en la espectadora impasible, unas
ganas locas de pasarlo bien y al mismo tiempo aterrorizada ante la
expectativa de que al pasarlo bien yo, también se lo iba a pasar
bien él y esos gases lacrimógenos volverían a fluir de aquella
boquita de piñón.(de piñón podrido, se entiende). Lo peor es que
una vez acostumbrada a ese olor me llegaban los efluvios de ese
particular aroma de las personas de “cierta edad” mezclado con
Heno de Pravia, ¡joé! ¡Así no hay quien se concentre!! Se acabó
la peli. ¡Tira pa la casa!
Al salir nada había
cambiado, seguía siendo un domingo de los que cortan la respiración
a los solitarios, seguía siendo de los que me regalan ensoñaciones
que nunca pedí, que si chimenea, que si alfombra, copita de vino (y
mira que no me gusta el vino pero para los sueños, que sueños son,
siempre queda bien, no me acabo de ver en un momento romanticón con
el calimocho) y por supuesto la compañía de aquel hombre sin rostro
que te abraza para no soltarte... o sea, tú.
Mientras mis piernas se dirigían hacia casa con
paso firme y decidido (se saben el camino de memoria, tengo unas
piernas cojonudas), mis ojos se paseaban por el camino disfrutando
del precioso paisaje de cemento y las especies autóctonas como los
semáforos y las farolas cuando de repente se detuvieron en la
entrada de un bar. La puerta y toda la parte frontal era de cristal
glaseado y se adivinaban las figuras de aquellos que estaban pasando
la tarde…Pero mis ojos no estaban interesados en los clientes del
bar sinó en un solo punto, mi cuerpo me expropió de toda voluntad y
se detuvo en seco, giró sobre sí mismo y casi sin darme cuenta me
encontré de espaldas a aquel cristal glaseado. Coloqué suavemente
mi mano allí donde alguien también tenía su mano apoyada al otro
lado…. E imaginé el amor, el amor lento, sin prisas, redondo, sin
puntas, con muchos graves y casi sin agudos, como el ronroneo de un
gato, tibio, sin heladas, ni sequías pero con algún que otro
chispazo de pasión y algún que otro rasguño desenfrenado. Y sin
gritos, sobretodo sin gritos. Me quedé allí un instante eterno con
los ojos cerrados y las lágrimas rodando, y mi mano seguía
conectada a través de un patético cristal al contorno de una mano
totalmente anónima, conectada a un mundo irreal porque era la
segunda vez que soñaba despierta. Pero mis lágrimas sí eran
reales.
Y fue entonces cuando
perdí la paciencia. En ese preciso instante perdí la paciencia que
durante tantos años había estado cultivando y cuidando. Tanto
cuidado y esmero para nada, ¡para perderla en un segundo! Pero
realmente ya había tenido bastante de memeces.
Habeis llegado a leer
hasta aquí!? Pues felicidades, porque yo me hubiera cansado
muchísimo antes, estoy cansadica de tanta acritud! No me soporto!
Me merecía
algo, una bonita historia de amor, que me recordara que soy mujer,
que estoy viva ¿Jolin, por qué no? Necesitaba que llegaras con urgencia y
me permitieras disfrutar de la pasión de un comienzo, de tu
compañía, de la suavidad de lo previsto.
Así que, querido, queridísimo dueño y señor de mis sueños, de los
que duermo, de los que deseo y de los que derramé por el camino, haz
el favor de aparecer ya en mi vida porque no soporto los musicales,
ni los misterios y quiero saber quien eres, quiero saber si existes,
si quieres pasar el resto de tu vida a mi lado (hay que tener un par
para querer pasar el resto de tu vida con alguien que se inventa
musicales dramáticos con farolas y... en fin) y quiero además saber
que no voy a pasar lo que me queda de vida sin ti, seas quien seas.
Siempre tuya (pero no eterna),
La Impaciente Inglesa.
P.D.: Si tardas mucho más
en aparecer me encontrarás deseable pero con “ch” intercalada.
Este es un chiste para
inteligentes, pero esos no habrán llegado hasta aquí, supongo ...
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